La naturaleza guarda una pléyade de especies escondidas en muchos lugares del planeta, y en especial, en los mares y océanos que tanto esfuerzo de exploración necesitan. Es una gran suerte y un regalo del Hacedor universal, poder sentir y predecir diferencias en criaturas que han sido ignoradas o simplemente confundidas con otras. Muchas cosas se dan por sentada en el ámbito de la biodiversidad marina, como por ejemplo, la presunción de distribuciones extensísimas de especies que alcanzan varios miles de kilómetros. Si bien, estas extensiones pueden corresponder a antiguas y muy amplias ocupaciones de territorios en los mares antiguos. Sin embargo, en los invertebrados marinos la capacidad de recorrer grandes distancias está más limitada en muchas especies, y los procesos de aislamiento geográfico juegan un papel fundamental. Podemos afirmar que hay tesoros biológicos escondidos por doquier pero guardan apariencias y semejanzas con especies que dan la sensación de ser bien conocidas para la ciencia. Las especies me indican que la complejidad de la diversidad es muy amplia, que está muy lejos de ser comprendida y que hay un inmenso trabajo de descripción de nuevas especies y aclaración de la sistemática que las va diferenciando y estudiando. Los taxónomos agrupamos las especies en géneros y familias, las principales unidades con las que trabajamos y nos aclaramos para designarlas y describirlas. Cada vez más, hay colegas que coinciden con lo que pienso en el ámbito de los corales, pero hay resistencias en otros que no trabajan desde perspectivas diversas y no van integrando toda la información posible. Los proyectos que estamos llevando a cabo en Alborán, el Mediterráneo, y en las islas atlánticas de la Macaronesia y en la costa occidental del continente africano, ponen de manifiesto una gran proporción de especies crípticas. Gracias a la financiación pública proveniente de diversos organismos (MITECO, Fundación Biodiversidad, Consejería de Medioambiente del Gobierno de Canarias y de los fondos de la UE), hemos podido explorar y tomar muestras de muchos lugares, a veces remotos, que han confirmado las sospechas sobre la enorme biodiversidad por descubrir en el mar. El proceso para descubrir un tesoro críptico no es fácil así que no conviene engañarse; y por eso la mayor parte de los científicos que se topan con estas realidades las ignoran. Si bien existen varios niveles de clasificación en las mentalidades científicas: el primer nivel es el de absoluta indiferencia ante algo que simplemente no saben trabajar, y ni siquiera se plantean si puede ser interesante; el segundo lo constituyen aquellos que quieren conocer lo que tienen entre manos para rellenar una lista o un informe, pero no le preocupa el descubrimiento de la verdad sino solo el cumplir con un trabajo rutinario; el tercero representa al grupo científico más soberbio, que está plenamente convencido de que lo que tiene entre manos es conocido, cree que sabe reconocerlo y no se plantea nada más; el cuarto tipo de científico no sabe trabajar morfológicamente estas especies, y si las trabaja no tiene criterio de interpretación pero aplica técnicas moleculares convencido de que eso solo le basta; suele aparcar la razón a un lado a pesar de las pruebas irrefutables que le indican que eso no puede ser lo que supone, prácticamente antepone la academia y la carrera personal al sentido común o muestra una necedad notable; el quinto tipo, es un observador perspicaz que ve diferencias y sabe que hay aspectos novedosos en lo que está observando, pero no tiene el criterio para hacer el trabajo morfológico; el sexto es parecido al anterior, pero contacta con un experto reconocido que puede aclarar la situación, dentro de esta categoría también hay genetistas responsables que saben que no pueden trabajar la taxonomía sin atender previamente a la morfología; el séptimo es el naturalista científico con capacidad para observar y aclarar el asunto después de mucha dedicación y trabajo. Digamos que es un pianista de talento que ha trabajado mucho para poder tocar eficientemente ante un nutrido auditorio. Infelizmente, hoy en día, el funcionamiento de la ciencia, no es en muchas ocasiones aclarar la verdad, sino hacer carreras personales y sobrevivir; en el caso de muchos jóvenes que van de un laboratorio a otro aceptando contratos para desarrollar carreras científicas propias y de otros, acumulando artículos que no necesariamente buenos o útiles para el avance sobre la diversidad biológica. Ciertamente, la ciencia no puede contradecir a la razón o al buen sentido (sentido común).
La naturaleza guarda una pléyade de especies escondidas en muchos lugares del planeta, y en especial, en los mares y océanos
Dios se apasiona por la diversidad y no crea dos criaturas o especies materiales ni espirituales iguales, incluso en la igualdad específica sigue generando diferencias poblacionales: Él, como único ser necesario se deleita con las diferencias y habita en lo diverso. Infunde su espíritu al que se emociona con la variación y siente la naturaleza creada como propia, hermanado con la gran familia de la creación. Por lo tanto, siendo Dios, origen y plenitud de todo lo virtuoso se complace con el buscador de la verdad y lo puede iluminar para que alcance su meta; siendo más agradable a sus ojos el que porta recta intención y humildad verdadera por saberse inspirado por el Espíritu de vida y no por sus propios méritos, por otra parte, todos indeficientes a los ojos del Supremo.
A partir de ahora, me interrogo sobre el número de especies de corales ocultas que existen en las regiones donde desarrollo principalmente los trabajos de exploración biológica. Cada pequeño paso que doy en la búsqueda de estas pequeñas verdades me acerca más a una verdad principal que con el paso del tiempo pienso se puede convertir en un paradigma científico nuevo: el nuevo enfoque sobre la repartición y especiación de muchos grupos de invertebrados en los mares y océanos del planeta. Los procesos geológicos en el medio marino han contribuido mucho más de lo que se pensaba hasta el momento en el aislamiento y separación morfogenética y ecológica de las especies. Tomando como ejemplo una de las familias de gorgonias (Paramuriceidae) más populares de la región Atlanto-mediterránea hemos sacado (un grupo de investigadores diversos pero amparados por la misma ilusión de conocer la verdad) a la luz un gran volumen de elementos desconocidos y crípticos nuevos para la ciencia. Después de un arduo y minucioso trabajo de análisis morfo-taxonómico y de distribución ecológica, se han incrementado considerablemente el número de especies del género Paramuricea y creado un nuevo género. Al menos hay dos nuevas especies del mentado género para la Cuenca de Alborán aisladas en las dos orillas del mismo mar, debido posiblemente a los acontecimientos de los últimos millones de años. Una tercera especie se encuentra ya en el inicio de la cuenca occidental y un nuevo género hallado y descrito en la isla de Lanzarote incluye también a una segunda especie en un punto aislado del Mediterráneo Central.
Estos descubrimientos nos han obligado a tener que consultar material de museos para terminar de aclarar todo el material atribuido a estas especies del género mencionado. En estos momentos, estamos viajando a Mónaco a examinar material del MOM por ser la sede de depósito de un gran número de corales recogidas durante las expediciones en las islas atlánticas de la Macaronesia y en las montañas submarinas no emergidas que existen repartidas entre el sur de Portugal y el archipiélago de Cabo Verde. Todo esto se lo debemos al Principe Alberto I de Mónaco un gran mecenas y apasionado de las ciencias oceanográficas que ha contribuido mucho a la exploración de la vida marina en esta parte del mundo. Sospechamos que el visitar el MOM, habrá otras nuevas especies que incluir en nuestro trabajo dado el nivel tan elevado de variabilidad descubierto, y nos ayudará a establecer bien la distribución geográfica y ecológica de las especies hasta este momento. Nuestra ciudad está enclavada en una de las regiones más ricas del hemisferio norte en cuanto a la diversidad de especies marinas, y además, constituye una zona de estudio de gran interés para entender los procesos de especiación y aislamiento acaecidos durante las pasadas convulsiones geológicas y climáticas durante los últimos 10 millones de años.