No ver el horizonte, por carecer de luz, es por tener una miopía, que siempre se agudiza por la noche. Pero nuestra fantasía siempre debe de estar ahí. Esa que en el camino es pura ficción. De esa que se alimentan las alimañas. Todas ellas enroladas en el mundo de lo ruin.
Y es que saber leer no es buscar los fallos, es intentar saborear esos bellos instantes donde la sabía neurona ha llevado hacia ese lugar llamado Paraíso, a ese lector que desea encontrar algo. Esa cosa nueva que hace distinguir a los buenos, esos que saben dar un sorbo de libertad a esa imaginación, que vuela, como ese aguilucho, que tú ponías en duda y te demostré que existía. No solo por casualidad, sino en varias ocasiones, ese que desea estar al aire libre y busca la libertad
Ya que la fábrica de la prosa es un sin fin de elementos que sirven para amainar esos impulsos, para saber que en un momento puede transformarse una palabra en el jugo de un néctar, tan sabroso, tan dulce, que siempre desearás volver a probar
No debo de decir que el día es malo, ya que no puedes ver el futuro. Ese que es una incógnita, pero solo la fantasía puede poner a esa venda un color tan maravilloso que creemos que es algo diferente a lo que es. Podemos tener delante nuestra a un ser de otro mundo que ha aparecido gracias a tener la paciencia y a la voluntad de creer, y está ahí ahora.
Muestra inequívoca de tener ganas de ver algo nuevo. Crear es tan absoluto, que cuando se tienen los resultados uno no cree que haya podido juntar esas letras, tan preñadas de generosidad en la fantasía, como una gota de agua que nos da vida.
Y la luz vuelve a esas tinieblas que teníamos delante de nuestra delicada vista, que no pone plurales, porque quiere ver más allá de ser muchos, quiere ser uno y a la vez único, para resplandecer en ese universo de la ilusión.
Y sigue el camino de la composición donde los lapsus son tan simples, pero las palabras tan profundas, como una gota que golpea en la piedra y vienen todos los ignorantes, y te dicen nunca podrá destruir a esa piedra, pero, en el futuro ha hecho no sólo un agujero, sino una nueva vertiente, un nuevo curso en ese río de la creación.
Bendito el que cree y puede ver, en el futuro, un ápice de algo que nadie desea o puede ver. Y la luz llegó y estuvo convencido de esa futura llegada y esperó, por su paciencia que en algún instante se iluminara ese que no tenía luz.
Ellos serán los elegidos en darnos ilusión y creación.