La actual ley de desahucio exprés fue aprobada por el parlamento con una mayoría e iniciativa socialista. Ley que, la mayoría popular que ahora gobierna sigue sosteniendo. Lo único que han cambiado son las intenciones para modificarla a tenor de un juicio ganado por un ciudadano, y un decálogo de buenas praxis bancarias, que es algo así como pedirle al diablo que se porte bien.
No seamos demagogos. La culpa inicial de un desahucio la tiene el moroso. También es cierto que lo último que deja de pagar un español es la hipoteca, o sea que, esa condición de moroso viene dada tras un drama personal profundo y doloroso que lo ha arrastrado a una situación vital desesperante por la insolidaridad del mundo en el que vivimos.
Vivimos en un contexto de bancos con agujeros negros que tapamos entre todos los ciudadanos, y sin embargo ellos aprietan las tuercas a sus deudores hasta la desesperación. De esto sí que es culpable el Gobierno. Si los ciudadanos ayudamos a los bancos en contra de nuestra voluntad, los bancos deben ayudar a los ciudadanos en contra de su voluntad. A eso se llama gobernar.
Es esta actitud pasiva del gobierno lo que ha llevado a la confusión popular, a identificar como culpable de los desahucios al Gobierno. Pero de ahí a lo que está ocurriendo con estas asociaciones anti-desahucios va un trecho que ha cruzado la línea de la legalidad.
¿A qué viene ahora asaltar las viviendas de congresistas? ¿Son los congresistas culpables de la morosidad? ¿Son sólo los del PP los culpables? Todo esto me parecen maniobras dirigidas y orquestadas, todo esto echa un tufo parecido al de la asociación de Pilar Manjón, los perros flautas, el cinturón sanitario, o los pactos del Tinell.
Tras los asaltos con vandalismo y cercamientos a las sedes del PP, ya han comenzado los asaltos a las viviendas de diputados populares ¿Qué será lo siguiente? ¿Entrar? ¿Saquearlas? ¿Prenderles fuego? ¿Con ellos dentro? ¿Quién puede parar a una masa ensordecida y decidida a ajusticiar por su cuenta a quienes creen culpables?
El movimiento social contra los desahucios es una buena causa pero cargado de malas formas. Sin lugar a dudas, dejar a seres humanos sin vivienda, es una indignidad. Pero la indignidad no es sola del sistema bancario, ni del gobierno. Lo es también de la sociedad insolidaria que hace pocos años pensaba en dar un pelotazo con la especulación inmobiliaria, y hoy pide que sean otros los que paguen sus sueños especuladores.
Lo que de ninguna forma justifica la violencia de las acciones, el incumplimiento de la ley y mucho menos los asaltos a viviendas ¡Qué casualidad! De militantes activos de la derecha española.
Corría el año 1934…