Siempre ha habido algún que otro político al que le ha gustado eso de hacer experimentos, mezclando asuntos que nada tienen que ver y que de hecho, si se mezclan suelen dar fórmulas peligrosas. Hace un mes se montaron los controles de la discordia, colocando a los policías y guardias civiles en plan figuritas de Navidad, paseando a todos los agentes de las distintas áreas para ver cómo el personal sube y baja del Príncipe. Puede que hasta se dejaran alguna escapada sin cubrir, quién sabe. Aquellos controles se montaron como se montaron, para dar los nulos resultados que, de igual manera, dio la Guadiana, de la que ya nadie habla. Hablar de la legalidad o no de estas normas le compete a los sindicatos, mientras a nosotros, ciudadanos de a pie convertidos en espectadores de tamaño esperpento, sólo nos queda reírnos de la situación, lamentar el gasto ocasionado y volver a llorar por los mandamases, preparados para ejercer de eso... ¿no?