La reacción que han tenido algunos padres, solicitando la devolución de las matrículas de sus hijos, los cuales están matriculados en el Instituto de Idiomas, porque estiman contraproducente que los pequeños se puedan relacionar con estudiantes universitarios en el campus me parece una de las reflexiones más absurdas que he podido escuchar en muchos años. Estos progenitores vienen a decir que sus hijos pueden ver entre los universitarios actitudes que les pueden perjudicar. ¿Los padres que hicieron estas declaraciones sabían de verdad lo que decían o a lo mejor les estaba afectando el continuo levante que nos invade durante estos días? ¿Acaso los universitarios son presuntos sospechosos de prácticas ilegales? ¿Acaso los universitarios son presuntos sospechosos de un mal ejemplo para unos niños que acuden a estudiar un idioma? ¿Acaso toda la vida el Instituto de Idiomas no ha tenido alumnos pequeños, alumnos más jóvenes y personas mayores? O es que, a lo mejor, todo el problema radica en que ya no están en pleno centro y se han trasladado hasta el campus universitario.
Estos padres no se han preocupado en estos años en que sus hijos ocuparan los bajos de un edificio que había sido declarado por los técnico municipales inhabitable, ya que por esta razón se cerró la Residencia de la Juventud.
A estos padres, por lo visto, no les preocupa que el Instituto de Idiomas haya mejorado sus condiciones para impartir enseñanza, estrenando unas nuevas instalaciones y dejando unos locales que ya tenían casi cuarenta años. A estos padres, por lo visto, no les preocupa que sus hijos reciban una enseñanza en unas mejores condiciones, sino que no se crucen con los universitarios, no vaya a ser que les vaya a pegar la "universitatis", enfermedad altamente contagiosas y contra la que aún no se conoce ningún antídoto.
Porque, además, la última de las explicaciones que ofrecen también parece peregrina: que en ningún momento habían sido informados por el Instituto de Idiomas que para el curso 2013-2014 se iban a trasladar al campus universitario. Desde hace más de tres años se sabe que el Instituto de Idiomas se iba al campus.
Es más, incluso se había barajado que ellos fueran los que inauguraran las instalaciones, realizando el último trimestre del curso pasado en el mismo campus, pero al final se prefirió no acelerar el traslado y dejar que el curso finalizara sin ningún tipo de alteración en las antiguas aulas.