El de la antigua prisión de Los Rosales corre el riesgo de convertirse en otro problema recurrente que la administración parchea y acaba reapareciendo con el paso de los meses mientras la solución definitiva, en este caso con su anunciada demolición para la construcción de un Centro de Acogida de Menores, no se atisba.
Tras la aparición, el pasado mes de enero, de un cadáver en su interior, la Ciudad tomó medidas para intentar evitar el acceso de intrusos a las ruinas del viejo centro penitenciario, clausurado hace ya algo más de seis años.
Mientras se sigue esperando que el medio propio Tragsa concluya el proyecto para el nuevo equipamiento que se prevé levantar en la zona, esta semana la antigua prisión ha vuelto a ser protagonista de la crónica de sucesos por un amago de incendio causado por la entrada de personas en su interior.
Tanto la Administración General del Estado como la local deben mejorar sus niveles de coordinación para, en casos como este en el que ambas estaban involucradas, garantizar que la espera de las actuaciones acordadas no conlleve la generación de problemas paralelos que sufre directamente el vecindario más cercano.
No es un caso que se dé exclusivamente en Los Rosales, ya que la demora sin fin de las obras del Centro Integrado del Brull o de la nueva Comandancia de la Guardia Civil de Las Heras también mantienen espacios baldíos en el mejor de los casos que en ocasiones se transforman en fuente de problemas e inquietudes para la ciudadanía que podrían evitarse con una planificación institucional más diligente.