Fue una vía abierta para el tráfico de drogas. Una ruta fortalecida este verano para introducir hachís procedente de Marruecos en Bélgica utilizando Ceuta como plataforma y a marroquíes residentes en ese país o incluso nacionalizados belgas para su transporte.
De las detenciones que practicó la Guardia Civil llegan ahora las condenas. La prueba de la droga intervenida no deja escapatoria alguna para los acusados que no tienen más opción que reconocer la comisión del delito.
Este lunes dos de ellos así lo hicieron ante el magistrado titular del Juzgado de lo Penal número 2. La semana pasada le tocó el turno a otra pareja. Son los resultados judiciales de los servicios antidroga desarrollados este verano por el Instituto Armado.
A Nayim M., marroquí con residencia en Bélgica, no le quedó otra que aceptar la pena impuesta de 3 años y 8 meses de prisión después de que los componentes del Instituto Armado le encontraran 103 kilos de hachís repartidos en el salpicadero del coche y reposapiés. Un dato curioso es que todos los belgas detenidos llevaban la droga oculta en la misma zona y además en casi todos los pases se empleó el mismo modelo de vehículo, un Citröen Picasso.
La droga que escondía N.M. estaba valorada en más de 240.000 euros. Ahora tendrá que cumplir casi 4 años de cárcel aunque se acordó que cuando obtenga el tercer grado o haya cumplido dos tercios de esa condena podrá ser expulsado a su país con prohibición de entrar en España durante diez años.
Viajaba con menores
La mujer del acusado quedó exculpada de todo delito. En el momento de la detención acompañaba a su pareja junto a 4 hijos menores de edad.
Al llamado N.M. lo detuvieron el 20 de agosto en el puerto cuando se disponía a embarcar con destino a la Península. Él primero, poco después otro compatriota que ya ha sido condenado. Y los dos el mismo día en que Marruecos arrestaba a otro belga intentando entrar en Ceuta con sustancia narcótica. Todo un negocio con una ruta clara explotada en plena fase de retorno de la OPE.
Solo cinco días más tarde, el 25 de agosto, la Benemérita le colocaba los grilletes a otro belga nacionalizado, Alí M., por llevar 25 kilos de hachís escondidos en el salpicadero y en un coche del mismo modelo que su compatriota.
La estrategia seguida por las pequeñas redes dedicadas al narcotráfico se repetía.
Tras reconocer el delito asumió una pena de cárcel de 3 años y cinco meses. En ambos casos no fue necesaria la celebración de juicio toda vez que hubo conformidad entre las partes después de que los acusados reconocieran la comisión del delito.
Eso fue determinante para que los abogados y el Ministerio Fiscal acordaran penas sensiblemente menores que las contenidas en el escrito de acusación inicial toda vez que se produjo un reconocimiento de los delitos.