Tirando la resolución al suelo, rompiéndola y acusando al Gobierno de racista. Esta no es buena tarjeta de presentación para la película del punto y final a la crisis de los subsaharianos que pretendía poner don José escribiendo un compendio de conclusiones que sí le valió en el caso de CCOO. Creyó el bueno del delegado que podía poner en la misma balanza a un grupo de parados que pide puesto de trabajo pero que tienen mucho que perder si se ponen farrucos y a un grupo de subsaharianos, acostumbrados a pasar mil y una penurias y que no tienen nada que perder por mucho que don José les diga que a cartonazos no irán a la península. Así que tenemos nuevos episodios de este problema que ha nacido porque alguien no ha sabido cortarlo a su debido tiempo. Y ese tiempo no empezó a escribirse el 26 de agosto, sino bastante antes. La supuesta contundencia y claridad que se le presupone a una Delegación del Gobierno han brillado por su ausencia, y en este asunto ha habido exceso de paripé y falta de celeridad.
Primero porque se ha dejado pasar mucho tiempo, provocando que la población se muestre harta porque han invadido sus derechos. Se ha permitido que la plaza de los Reyes fuera un meadero y algo más, porque desde el minuto cero, como se nos dijo, alguien no estaba cumpliendo con su deber, aunque se comunique lo contrario vía comunicado, que no comparecencia pública para evitar preguntas molestas. Se ha permitido vivir a cartonazo durante varios días, pasándose la contaminación acústica por donde siempre se la han pasado en Ceuta. Y encima nos montan un paripé con un sonómetro que, veremos y tiempo al tiempo, no vale para dictar sanción alguna. Se ha permitido una falta de acción policial clara convirtiendo a los agentes en meros escoltas y desoyendo las palabras y consejos de quien más sabe en gestionar este tipo de crisis. Y así nos topamos con policías que no saben ni qué hacer: se ponen los cascos, se los quitan, cogen los escudos, rodean la plaza, se van, vienen... Imagen. Y mientras el PSOE callado, el PP mirando a otro lado y la política migratoria más hundida que nunca.