Su reciente vuelta a la dirección del Instituto Andaluz de la Mujer le tiene, en los últimos días, de reunión en reunión para conocer los pequeños detalles de la gestión y ultimar el borrador de los presupuestos para el año que viene. Soledad Ruiz Seguín (Ceuta, 1962) no olvida, a pesar de que lleve 18 fuera de ella, su ciudad de origen donde todavía conserva muchos y muy buenos amigos. No obstante fue en las filas de la Unión General de Trabajadores de nuestra ciudad donde comenzó su luchar por los derechos de la mujer hasta llegar a ocupar cargos de mucha relevancia. ‘El Faro’ la ha telefoneado a su despacho para hablar de pasado, presente y futuro de las políticas encaminadas a conseguir la igualdad real.
–¿Cómo asume su vuelta, cuatro años después a la dirección del Instituto Andaluz de la Mujer?
–Como una vuelta a casa. Realmente para mí ha sido muy satisfactorio, tanto en lo personal como en lo profesional, porque soy feminista y dirigir un organismo tan prestigiado a nivel nacional como el Instituto Andaluz de la Mujer es un honor. En este sentido es muy gratificante, pues ya había coincidido con buena parte del personal y, sobre todo, por el conocimiento de todas las asociaciones e instituciones con las que he trabajado. Esto me parece como un regalo.
–Afirma que es feminista, ¿qué implica para usted serlo?
–Nada menos que luchar por los derechos de igualdad y equidad por los derechos de las mujeres. Esto es muy importante para alguien que cree que realmente tenemos que convivir en una sociedad que sea justa, igualitaria y en la que una parte de la población no esté por encima de la otra. Se trata de buscar espacios que mejoren la situación de las mujeres. Si volvemos la vista atrás, a los inicios de la democracia, vemos todo lo que hemos avanzado pero si la llevamos al frente vemos que, aunque suene reiterativo, queda mucho camino por recorrer. Hay igualdad legal, pero no real.
–Esa igualdad real, ¿para cuándo?
–Sobre todo para cuando hagamos los cambios de estructura, de mentalidad, de supresión de estereotipos sexistas, de erradicación de los machismos más sutiles y del extremo con la violencia de género...
–¿Con qué retos arranca esta nueva etapa?
–Lógicamente seguir avanzando. En estos momentos hemos implementado la Ley de Igualdad prácticamente al 95% y eso implica que ahora tenemos que evaluar para ver cómo se pueden saltar los obstáculos más grandes que hemos visto durante los últimos años. Es el tema del empleo, de la conciliación y la corresponsabilidad, la participación social de las mujeres en ámbitos que, sin estarles vedados siguen masculinizados, no tienen aún todas las oportunidades algunas de las principales líneas de trabajo.
–Imagino que coincidirá conmigo en que dentro del amplio y diverso colectivo femenino, hay mujeres mucho más vulnerables que otras, ¿cuáles son?
–En el caso de Ceuta tenemos todas las mujeres inmigrantes, las que cada día llegan desde Marruecos a comprar al Tarajal en unas situaciones lamentables... Luego está el tema del servicio doméstico donde, según lo que ha determinado la Seguridad Social no arroja grandes cifras de afiliación tal y como nos temíamos. El Gobierno de la nación y la Seguridad Social ha de hacer, en ese sentido ,un esfuerzo en informar a las familias para que entiendan la letra pequeña. En Andalucía hemos trabajado duramente para dar a conocer esta nueva legislación del servicio doméstico. El Instituto Andaluz de la Mujer ha hecho charlas en todas las provincias que han sido muy bien acogidas y han tenido el aforo lleno, incluso las hemos tenido que repetir. Otras áreas de vulnerabilidad tienen que ver con la inmigración en el ámbito rural y, además, nos crea mucha preocupación las mujeres que son atraídas con la falsa expectativa de trabajo y se ven atrapadas en una red de prostitución y de trata de mujeres. Es un tema en el que estamos trabajando conjuntamente con el Gobierno de la nación, pues implica otros asuntos de investigación policial, mientras que nosotros nos dirigimos a intentar recuperar a las mujeres de esas bandas mafiosas.
–¿Se nos olvida alguien?
–Claro, hay vulnerabilidad también en mujeres discapacitadas, que sufren la doble discriminación. Por otro lado, también trabajamos teniendo en cuenta que las mujeres rurales muchas veces son más vulnerables, no por tener menos servicios en su pueblo, sino por la presión social. Por ejemplo, una víctima de violencia que no se atreva a acudir a donde debe por temor a que todo el pueblo la vea. También, por supuesto, trabajamos con mujeres gitanas para su integración. Hay un trabajo desarrollado durante los últimos años muy importante y en el que seguimos profundizando.
–En 2008 pasó a trabajar en la Dirección General de Violencia de Género , ¿qué extrajo de esa etapa?
–Primero hay que asumir que no sé si usted y yo veremos la erradicación de la violencia de género, pero esperemos que otras generaciones lo vean. Estamos hablando de un fenómeno muy complejo y arraigado desde hace muchos siglos, de una posición asimétrica de la mujer sometida al hombre. Y esa situación, sobre todo en algunos países, costará erradicarla. Hablamos de que la violencia es un elemento para ejercer el poder, como en cualquier otro tipo de violencia. Para una guerra se utiliza como poder de sometimiento de un pueblo. Tenemos que hablar en términos de prevención, de educación en igualdad para la ciudadanía tanto para la base como para quienes ya somos mayores pero que repetimos muchos roles y mitos que conducen a la violencia de género. Es tremendo lo que está ocurriendo en número de muertes pero, en realidad, en términos de la población estamos hablando de un número muy reducido de víctimas de mujeres y hombres. De ahí que la misma población, en el CIS, no refleje la violencia de género como una de las principales preocupaciones. Ahí sí que vale la redundancia en cuanto que solo un 1,7% de la población confiesa sentirse preocupada por la violencia de género. Si nosotras no vivimos la situación o no conocemos a nadie de nuestro entorno lo vemos como algo muy lejano. Cuando lo vemos en una noticia de 20 segundos, una vez terminada, esa preocupación ha desaparecido.
–Es triste pero es así...
–Claro, por eso hay que tratar de revertir esto haciendo que la ciudadanía tome conciencia de apoyo a las víctimas porque siempre hay una vecina, una amiga de una amiga... Ahora mismo hay muchas ayudas, económicas, jurídicas, psicológicas... En Andalucía hay 1.844 servicios puestos en marcha por todas y cada una de las instituciones que tenemos alguna responsabilidad en esta materia. No se trata de poner más servicios, aunque posiblemente siempre habrá que mejorar algo, sino sobre todo de crear conciencia en la ciudadanía y, sobre todo, en los hombres de que necesitamos su apoyo y su rechazo hacia los delincuentes.
–La cercanía geográfica propicia mucha colaboración en diferentes materias entre Andalucía y Ceuta. En lo que le compete, ¿tratará de unir las dos orillas del Estrecho?
–Hay un convenio en vigor, tanto con Ceuta como en Melilla, porque conocemos mi ciudad de origen y sabemos que en el momento que alguien va detrás de una mujer para hacerle daño la medida del alejamiento es totalmente insuficientes y que, finalmente, en una ciudad tan pequeña, todo el mundo sabe dónde puede estar una casa de acogida. Por eso nosotros teníamos que colaborar sacando a esas mujeres de ahí. El convenio deriva a las mujeres a nuestras casas de Andalucía cuando hay mayores niveles de riesgo. Por otro lado el Instituto Andaluz de la Mujer también envía a Ceuta toda la información y documentación que enviamos a todas las instituciones e incluso a niveles internos sobre todas las actuaciones que salen a nivel Andalucía y, además, que puedan acudir a todos los encuentros que convocamos. Otra cosa que pusimos a disposición de Ceuta fue facilitarles nuestras campañas para que se pudieran utilizar eslóganes y demás y, así reducir los costes.
–Casi como una provincia más...
–En términos políticos lógicamente no, pero en materia de igualdad y violencia de género, dada la estrecha relación histórica entre Andalucía y Ceuta y Melilla, las tratamos como si fuera un igual y facilitamos a través de los recursos propios de Andalucía todo al máximo.
–En Ceuta hay mucha gente que le recuerda cuando empezó en UGT, ¿cómo recuerda esos inicios?
–De una manera maravillosa. Desde el primer día de trabajo, que era voluntario. Recuerdo con mucho cariño a mis compañeros. Fue experiencia muy bonita en la que tratábamos a ayudar a mucha gente que no se ve, a la que quieren despedir sin un motivo aparente, a la que le fuerzan a no tener vacaciones, a la que le dan su carta de despido o no le renuevan cuando están embarazadas... Hicimos una piña de trabajo cotidiano que recuerdo como una parte que me hizo crecer muchísimo a nivel personal y profesional. Ahí lo que abres es una puerta al mundo en la que adquieres realmente tu conciencia social como ciudadana, qué quieres cambiar de lo que está pasando. Estuve hasta los 32 años allí, ahora tengo 50 y, como comprenderá, fue una parte muy importante de mi vida que recordaré siempre.
–¿Y qué le llevó a involucrarse tan a fondo en este ámbito?
–Había dos compañeras que estaban trabajando en el ámbito de la mujer y servicios sociales y al ver el importante trabajo que desarrollaban y poco reconocido... A ellas no les importaba eso, estaban muchas horas trabajando, algo que me creó conciencia sobre cuáles eran mis derechos como ciudadana y como mujer. Ahí se me despertó la conciencia feminista. Estuve escuchando y leyendo mucho sobre el tema hasta que Cándido Méndez decidió que me fuera a la Ejecutiva en Madrid para tratar de dar un impulso en materia de Igualdad de Género porque tanto las directivas comunitarias como otras normativas requerían de alguien que se dedicara íntegramente a eso.
–Crisis económica, recortes presupuestarios... ¿hará dar pasos atrás?
–Ya se han dado pasos atrás. En primer lugar los recortes en salud que quita el derecho de los inmigrantes a la sanidad universal. Por eso toda la oposición ha presentado una reforma profunda para que eso se cambie. También se quedaban mujeres divorciadas sin derecho a la sanidad, y hasta las monjas de clausura. Es decir, retrocesos hay importantes. También en materia de salud reproductiva y en lo que tiene que ver con la interrupción voluntaria del embarazo, pues estábamos a niveles del resto de Europa e iríamos atrás hasta muchos de los países en vías de desarrollo. Aparte, según la previsión del Gobierno de 600.000 desempleados más que se esperan, 400.000 van a ser mujeres. Es decir, que en tiempos de crisis las mujeres somos las que más sufrimos las consecuencias pero si, encima, hay recortes en la vía social... También está la anulación del plan Educa3 que implica el cierre de guarderías de tal modo que a muchas mujeres no les compensará trabajar por todo lo que deben pagar en guarderías, no podrán compatibilidad. En estos momentos hay una clara involución en todo lo que hemos avanzado durante años. A pesar de haber alcanzado una Ley de Igualdad por la puerta de atrás se hacen reformas que nos retrotraen prácticamente 30 años atrás.
–¿Qué opina de la supresión del Ministerio de Igualdad que tanta polémica trajo?
–Lo expresé públicamente. Pensé que era un error, como también dijo el presidente andaluz, Pepe Griñán, que dijo que era una equivocación del gobierno Zapatero porque nadie lo había pedido, así lo creyó conveniente el Ejecutivo de entonces que apostó por cambiar realmente la desigualdad estructural que generaba discriminación a la ciudadanía española por razón de género. Por tanto, se quiso trata de cambiar eso. Me parece un error importante porque no ha hubo disminución de costes porque todo lo que se estaba haciendo pasó a Sanidad y era la reducción de una estructura que implicaba nada más que a la ministra y su gabinete, de tal manera que el ahorro era mínimo. Sin embargo, lo que hemos perdido fue muy importante porque hay un 21% menos en políticas de igualdad y vamos a ir a menos. Los derechos de la mujer están directamente relacionados con los de la ciudadanía.