La realidad que pinta para las estaciones de servicio de Ceuta no tiene buen color, salvo que la Ciudad acceda a revisar los gravámenes que pesan sobre los combustibles. Que ahora vayamos a llenar los tanques a Marruecos no es sino un cambio de tendencia que habría que enmarcar en un espacio mucho más amplio. Es una cuestión de tiempo, pues la situación de muchos productos que antaño eran mucho más asequibles aquí, ya dejaron de serlo, estando allí más baratos hoy. Con el tiempo las carencias de Marruecos serán menos, y así las cosas lo que allí esté a precio de aquí no interesará. De esas cosas saben un poco los comerciantes del Tarajal, que han vivido muy de cerca esa tendencia de Marruecos hacia la autosuficiencia.
Que un gestor de gasolinera nos diga ahora que el combustible de Marruecos tiene menos azufre que el de aquí y que el de allí es perjudicial para los coches, suena a auténtica mala leche, pues poco sentido tiene hablar así, menos aún que lo haga un profesional de ese sector, que bien sabe que existen unas normas internacionales que obligan a ofrecer combustibles no dañinos para los automóviles, cosa que todo el mundo conoce, máxime los primeros interesados, los fabricantes de coches, que son los que conceden las garantías correspondientes, y que cada vez son más extensas en el tiempo. Y de eso no hay nada. Es pura charla de quien se siente fuera de mercado, pues antes de que todo esto pasara, es decir, cuando el combustible estaba más barato aquí, los marroquíes seguían viniendo a comprar y a llenar sus tanques, y lo hacían con los carburantes que ahora nos dicen que tienen menos azufre, y nunca ninguno se quedaba tirado por causa de aquellas gasolinas y gasóleos de los que hacían acopio en su país y que les permitían llegar hasta aquí. La gente no es tonta. A ese listillo del azufre habría que decirle que Marruecos goza de precios preferenciales por parte de los países productores, especialmente, Arabia Saudí, condiciones que se trasladan a los consumidores.
Es la rabia palpitante de quienes no aceptan que el vecino también tiene derecho a regir su destino. Pues a mucha honra, dirán, ya que imaginen que en vez de Marruecos tenemos al lado Holanda, por citar un ejemplo, donde un litro de gasolina viene a costar los dos euros, y una simple lechuga otros dos euros, y así. Marruecos es la válvula hacia el menos, es lo que permite que muchas familias puedan acercarse hasta fin de mes sin necesidad de poner en entredicho su dignidad como personas, un lugar donde la gente entiende que su dinero vale más. Eso es suficiente para cualquier familia.
Hay que buscar fórmulas, métodos que nos permitan seguir siendo lo que somos, pero que nos conduzcan a plataformas de cooperación con Marruecos y que incidan en mejores condiciones de vida para todos. Es hora de actuar, y el señor Vivas, buen conocedor de la situación, debería iniciar los preparativos para poner en marcha mecanismos participativos en todo ese universo que tenemos a nuestro alrededor. Puede que lo vea difícil y poco claro, pero esa bruma desaparece con actitudes coherentes y sinceras.
Puede empezar, no es mal camino y hay posada de refresco, puede estar tranquilo, es bueno para todos.
Es como aquello en la película de Bogart, el Halcón Maltés, cuando le preguntan: “¿Con qué material lo hacemos? ”, y Bogart responde: “con el que se hacen los sueños”.
*De la Agencia para el Desarrollo Económico y Social de Ceuta