Puede ser, como se dice habitualmente, la madre de todas las preguntas. Al menos ahora, al menos aquí, en Ceuta.
La situación va prorrogándose día tras día, dejando noches de ajetreo para la Guardia Civil y la Policía Nacional, cuando la tragedia puede saltar en cualquier momento.
Todos los efectivos disponibles ayudando a salvar vidas en esta arriesgada ruta del espigón que pone en riesgo tanta juventud creyendo, erróneamente, en la facilidad del tránsito tras comprobar a través de las temidas redes sociales, que el paso es fácil y no está exento de peligro.
Hoy mismo apareció el segundo cuerpo sin vida en el mar. Se desconocen más datos además de que se trataba de un varón e iba con un falso flotador realizado a base de botellas de plástico.
Enfrentarse a estas historias, día tras día, es complicado, más sabiendo que es una situación a la que, si no se pone alguna solución para solventarla, nos habituaremos como las noticias que forman parte de nuestros días, tantas y tan terribles.
Las escenas vividas a ambos lados de la frontera son complicadas como complicado es enfrentarse a ellas, a rescatar a jóvenes y adultos, y también lamentarnos por los que no han conseguido sobrevivir a ese traicionero mar en un intento fútil de buscar otra realidad llena de ilusiones pero vacía de verdad.
Devolviéndolos a Marruecos.
En el momento que los devuelvas se correrá la voz y no se intentará. Mira que es fácil. Si es menor se le devuelve del mismo modo y que las autoridades de Marruecos denuncien sus progenitores.
Una buena campaña de los medios de comunicación denunciando que un país que va organizar un mundial no es capaz de cuidar de sus menores de edad y san se acabó.