Muchos ciudadanos que puedan ver desde la zona del Sarchal y del Monte Hacho el edificio del campus universitario le puede dar, en estos días, la imagen de que ha sufrido un deterioro importante en su cubierta.
Es decir, en el tejado justo a la altura aproximadamente de la entrada principal a las instalaciones de la Universidad de Granada o de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Por supuesto, si hubiéramos estado en pleno invierno o hubiéramos tenido un temporal de lluvia o fuerte viento alguien habría entendido que se ha producido un deterioro que se ha de corregir a la mayor brevedad posible. Pero no, esa eliminación de la cubierta se debe al inicio de las obras de la pista deportiva que se va a construir en esa parte superior y que es una de las reivindicaciones más importantes que todo el profesorado y los estudiantes del grado de Magisterio relacionado con la práctica deportiva venían demandando. Así de claro y sencillo. Por supuesto, que muy pronto se abrirá una corriente de opinión que expresará si la instalación de una pista deportiva en esta zona del edificio rompe o no rompe con la estructura armoniosa del mismo, la recuperación de un cuartel que tiene más de ciento cincuenta años a sus espaldas. La construcción de esta pista deportiva adjudicada por la Universidad de Granada, pero cuenta con apoyo monetario también de la Ciudad Autónoma, cuenta ya con la licencia de obras por parte de la Ciudad Autónoma, ya que todos los pasos burocráticos estaban preparados y nada más que se estaba a la espera del permiso de la Agencia Española de Seguridad Aérea (AESA) que ha sido lo que ha retrasado varios meses el comienzo de los trabajos. No olvidemos que por esa servidumbre de las instalaciones del helipuerto se necesita, por supuesto, un permiso de este organismo para cualquier construcción en altura en nuestra ciudad.
residiendo en Puerto del Rosario, Fuerteventura, a donde llegó en cayuco. Se estableció y consiguió traerse a su mujer con la que tiene 4 hijos: Adou, Myriam (de 11 años y residente en la isla), Ismael de 21 y residente en Murcia y Michael, el único que queda en Costa de Marfil.
Las oenegés han convertido la negativa a la puesta en libertad del padre del Adou en una campaña contraria a los criterios mantenidos tanto por el Ministerio Fiscal como por el juzgado de instrucción número 5. Nada hablan en cambio de Fatima, la marroquí de 19 años, sin abogado que la defienda, que, al igual que el padre del ‘niño de la maleta’, se ha confesado ser víctima de la mafia. Fatima dijo que la engañaron en la frontera, que ella solo pasó la maleta por ayudar a otra mujer, que desconocía que en su interior había un menor.
Sea cual sea la veracidad de su relato, el hecho es que nadie ha atendido a su figura, siendo como es el tercer punto de un triángulo que ha llevado el fenómeno de la inmigración a primera plana.