Muy pocos parecen reconocer que Ceuta está en crisis. Y es cuestión de tiempo que la situación sea irreversible. Una ciudad pequeña ha sido víctima de una meditada estrategia extranjera que atacó directamente, no solo a la inducida llegada de porteadores, sino al turismo procedente de Marruecos, así como a las relaciones fronterizas en general. Cientos de tiendas, hoteles, restaurantes y otros servicios se quedaron sin una gran parte de sus clientes.
La Ciudad sobrevive de momento porque acoge, gracias a Dios, a un elevado número de funcionarios y los ceutíes que compraban en Marruecos lo hacen ahora en Ceuta; la gente se ha lanzado a las terrazas para olvidar y empresarios de otros sectores aguantan la situación bajo mínimos o han cerrado simplemente. Cuando se compruebe que las soluciones no llegan, el cierre o huida sistemática de empresas y el aumento de las listas de paro, serán imposibles de controlar. Se precisan por tanto, medidas urgentes con enfoque empresarial práctico, que tengan en cuenta y conozcan las características de Ceuta, lejos de especialistas llegados de fuera que nunca habitaron en la ciudad. Desgraciadamente, hasta ahora se están adoptando desordenadas medidas puntuales poco eficaces, mientras persisten enfrentamientos, suspensiones e incluso el enlace fijo Marruecos-Europa que terminaría de aislar y arruinar a Ceuta, sin reacción local.
Falta por tanto un Plan Estratégico con financiación y control de la Unión Europea que ofrezca una economía alternativa a la que se ha perdido a causa de las medidas puestas en marcha por Marruecos y que no tuvieron hasta ahora una respuesta de calado, siempre sin confiar en la anunciada Aduana Comercial. Y sobre todo que ese Plan Estratégico contemple también el complejo entramado de la Unión Aduanera, Schengen, la pesca, inmigración, frontera, turismo europeo, defensa, visita de los Reyes como al resto de España y tantos temas que aguardan ser abordados y resueltos.