Muchos alumnos se derrumban cuando les insultan o les dicen que no sirven para nada. Cada día vemos como proliferan más casos de escolares que sufren bullying, que se aislan e incluso se plantean quitarse la vida. Es un serio problema que hay que combatir y hacer frente de forma inmediata y tajante, y las artes marciales y la defensa personal pueden ayudar a prevenir que se den estas situaciones. Fue la conclusión a la que llegó Paco Román hace unos meses cuando decidió poner en marcha un innovador proyecto con el que educar para combatir el acoso escolar.
Román es instructor de defensa personal y tiene una dilatada experiencia trabajando estas artes marciales con víctimas de violencia de género. “No se trata de luchar. Consiste en saber defenderse sin tener que pegar, pero teniendo todos los instrumentos necesarios para saber cómo actuar”, explica. El instructor comenzó hace unas semanas su proyecto a nivel de educación, ya ha pasado por dos centros de la ciudad, el ‘Lope de Vega’ y el ‘Vicente Aleixandre’, y el resultado obtenido lo define de “éxito rotundo”. “Los niños se emocionan mucho con las charlas porque no consiste en estar hablándoles una hora, se trata de indagar, de concienciarles, de sacar a relucir ciertos valores y posteriormente se les facilitan unas técnicas muy básicas que cualquiera, hasta una persona de 80 años puede aprender”, declara.
A sus charlas acude acompañado de la psicóloga Julia Ferreras y su foco se centra en los cursos de 5º y 6º de Primaria, edades conflictivas porque se encuentran en una etapa preadolescente que es en la que proliferan el mayor número de casos, explica Román. La filosofía de sus explicaciones está basada en ‘defenderse sin violencia’. Las ponencias se estructuran en dos sesiones, en primer lugar se trata el tema con los padres. Gracias a la colaboración de las AMPAS se organiza una reunión con los mismos, a quienes se les explica en qué consisten las técnicas de defensa personal y qué resultados tienen sobre las situaciones de acoso.
Se trata de enseñar a combatir esa falta de respeto que desencadena el acoso y las agresiones y, por supuesto, enseñar en los colegios la defensa personal pero no como una actividad violenta y agresiva, pues Román defiende que la primera regla del combate nunca es atacar “porque con un solo dedo se puede repeler una agresión”, opina. El entrenador enseña cómo defenderse sin armas y extrapolarlo a los centros; inculcar los valores de las artes marciales, el respeto, el autodominio, el espíritu del sacrificio, la solidaridad que en la actualidad se está perdiendo. Además la primera regla de Román no es el ataque: “Hay que intentar solucionar los problemas siempre de modo pacífico”.
Román opina que no se puede combatir el acoso de un grupo al completo contra una persona, pero sí se le dota al acosado de las técnicas e instrumentos necesarios para fomentar su autoestima y conseguir que “ignore” la opinión del grupo. Además el instructor, también se centra en los acosadores, en tratar con ellos, concienciarlos y hacerles más empáticos, “y los cambios son perceptibles”, comenta.
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