En mi artículo publicado en El Faro de Ceuta de 16-02-2004, titulado Relaciones de Colón con gente de Ceuta, ya refería que había manejado datos del libro El imperio español, de Hugh Thomas, que racionalmente indicaban la muy probable posibilidad de que Cristóbal Colón hubiera estado en Ceuta habida cuenta de las estrechas relaciones que el Almirante de Indias llegó a mantener con numerosos comerciantes genoveses que en el siglo XV venían a esta ciudad en busca del comercio de esclavos que en caravanas llegaban desde África y se vendían en esta ciudad para llevarlos a América. Se sabe que la primera expedición de esclavos al Nuevo Continente tuvo lugar en 1428. Y los genoveses todo lo comercian; porque, como dice Jacques Hersen en su libro Genoveses en el siglo XV: “Son tantos los genoveses, y se asientan tan seguros en cualquier parte, que van donde les place y allí recrean su ciudad”. Y, efectivamente, nuevos datos que he hallado indican, por un lado, que Colón estuvo en Ceuta el año 1476 con el rey portugués D. Juan II; y, de otra parte, también poseo otros datos que aseguran que el ilustre marino no era genovés, sino español nacido en Mallorca, aunque esto último hay que tomarlo con las debidas reservas, dados los numerosos países y gentes que pugnan por atribuirse el origen y carta de naturaleza del célebre Almirante.
Cuando en 2004 tuve aquellos datos sobre la posibilidad de que Colón hubiera estado en Ceuta, sentí la curiosidad de investigarlos, porque, como se sabe, esta preciosa ciudad tiene una historia verdaderamente apasionante, atrayente y sugestiva. Y hoy estoy ya en condiciones de probarlo en base a documentos históricos hallados. Además, el nombre de Ceuta estuvo también muy relacionado con Colón, porque éste, antes de que presentara su proyecto de llegar hasta Cypango (Japón) a los Reyes Católicos en España, ya lo había expuesto al rey portugués. Pero el monarca lusitano veía en Christovam Colom (en portugués) a un hombre hablador y que se mostraba glorioso al mostrar sus habilidades, pero que a él no le convencían demasiado. “Con todo – añade Barrios – a fuerza de sus importunaciones mandó (el rey portugués) que estuviesen con D. Diego Ortiz, Obispo de Ceuta, con el Maestre Josope y con el también Maestre José Vizinho, ambos de origen judío, a los que el rey sometía estas causas de cosmografía y descubrimientos, y todos dudaron de las palabras de Colón, por estar todo fundado en habilidades y causas de ir a Cypango de Marco Polo”, habiendo quedado descartado el proyecto por estimarlo inviable.
Si bien, llama la atención cómo este Obispo no aparece con tal cargo en el episcopologio de Ceuta en esas fechas, salvo que el mismo se haya confundido con otro del mismo nombre, Diego Ortiz de Calzadilla; o que, como también solía ocurrir, por no tener Ceuta en aquellas fechas una Catedral en consonancia con la dignidad que entonces se le quiso atribuir al cargo, algunos Obispos de la ciudad tuvieron su residencia o bien en Lisboa o también en Olivenza, como ya he expuesto otras veces. El caso es que la respuesta de dicha Comisión fue negativa, toda vez que los expertos de la misma a los que el rey portugués consultó coincidieron en señalar que, con las medidas que daba Colón, al otro lado del Océano no existía tal Cypango, y fue por ello por lo que el prestigioso marino tuvo que plantear después su proyecto a España, donde sí le fue aprobado.
Pues bien, la presencia de Colón en Ceuta en 1476, parece probada en el libro “En busca de la verdad. El verdadero origen de Colón”, publicado por la Asociación Cultural Cristóbal Colón, en el que, en base a una serie de documentos contrastados, se asevera lo siguiente: “Zurita habla en los anales de Aragón de Colombo, tío del Almirante (1.XIX p.261) en la guerra entre España y Portugal, sobre los derechos de la princesa Dª Juana a la corona de Castilla.
En 1476 el rey de Portugal determinó ir a la costa meridional de Francia, para iniciar a su aliado Luis XI a seguir la guerra en la provincia de Guipúzcoa. Salió el rey de Toro - dice Zurita - el 18-06-1476 y fue por el río a la ciudad de Porto para esperar la escuadra del rey de Francia, cuyo capitán era Colón (Colombo) que debía navegar por el Estrecho de Gibraltar y pasar a Marsella. Después de algunas dilaciones, llegó Colón a finales de junio con la Armada francesa a Bermeo, en la costa de Vizcaya, donde sufrió una tempestad violenta, perdió su capitana, bajó a la costa de Galicia con ánimo de atacar Ribaldo (Ribadeo), y perdió mucha de su gente. De allí pasó a Lisboa para recibir al rey de Portugal, que se embarcó en la flota en agosto con varios nobles, 2.200 soldados de a pie y 470 caballos, para reforzar las guarniciones de la costa de Berbería (actual Marruecos). Iban la escuadra doce bajeles grandes y cinco carabelas. Después de tocar Ceuta, prosiguió la Armada a Colibre, donde el rey se desembarcó a mediados de septiembre, no permitiéndole el tiempo llegar hasta Marsella (Zurita, 1.XIXc.51)”
Dentro del contexto de esta noticia, hay que tener también en cuenta que la pretensión ambiciosa de Colón correspondía a su condición de experimentado navegante que ya era. Además, entró a formar parte de grupos de familias genovesas que tenían muchos y muy útiles contactos con ricos comerciantes y expertos marinos. A ello hay que unir que, al contraer matrimonio en Portugal con su esposa Felipa, el abuelo de ésta era un rico y hacendado del Algarve portugués que había formado parte de la expedición portuguesa que en 1415 conquistó Ceuta, y que en 1420 todavía seguía en esta ciudad. Se llamaba Gil Ayres Muñiz. En la actualidad, el apellido Muñiz, de la misma rama familiar de la esposa de Colón, se dio como nombre a uno de los barrios de entrada a Lisboa, la llamada Puerta de Martín Muñiz. Así, Felipa era hija de Bartolomeo y de Isabel Muñiz; y el matrimonio Colón-Muñiz vivió en Lisboa en la casa de Isabel Muñiz, suegra del ilustre navegante. Ocurrió también que los archipiélagos de Madera y las Azores fueron conquistados en 1425 por una expedición auspiciada por D. Enrique el Navegante y por uno de los jefes militares destinado en Ceuta. Y Colón debió quedar impresionado de lo lejos del continente que estaban ambas islas, a 1.600 y 1.000 kilómetros, respectivamente. Precisamente, eso fue lo que hizo concebir al Almirante su proyecto de navegar rumbo a Japón y proponerlo al rey portugués, pese a que luego no tuviera éxito su proyecto.
Y para finalizar, la citada Asociación Cultural Cristóbal Colón, dedicada a la investigación con la que pretende aclarar mediante libros, publicaciones, documentos, conferencias y datos, que Colón no era genovés sino mallorquín, presenta numerosos datos, aparentemente bien fundados, en virtud de los cuales vienen a sostener que el Almirante era de origen mallorquín, donde refiere que había tenido su anterior descendencia, sin perjuicio luego de que el mismo estuviera también estrechamente relacionado con Génova.
Así, el apellido Colóm (terminado en M), habría tenido su recepción en Mallorca en el siglo XV. Y en los siglos XVI-XVII, la familia Colom de Filamitx se habría extendido por el territorio mallorquín, encontrando esos nombres en la razzía de Nuño de Sanç, tío del descubridor del nuevo Mundo en Margalida, Juan, Juan Antonio y Cristóbal, los cuales son los mismos que el de la madre, hermano, abuelo y primo de Cristóbal Colón, descubridor de América.
El historiador Menéndez Pidal escribió que Colón no hablaba ni italiano ni “genovisco” (dialecto de Génova); luego entonces, mal podía haber sido genovés, como casi siempre se le presumía. Los tres hermanos, Cristóbal, Bartolomé y Diego, se escribían en castellano y no en la lengua materna, como hubiera sido lógico de haber sido genovés. El historiador peruano Luis Ulloa Cisneros defiende la tesis del origen catalán de Colón, aseverando que nació en la población mallorquina de Felanitx. José Sevilla, se refiere también a que el Almirante era mallorquín; que su familia procedía del Rosellón y llegó a Mallorca antes que Jaime I (Libro Colón y España). Luego hay una serie de datos que vendrían a confirmar su naturaleza mallorquina. Por ejemplo, el 12-10-1492 bautizó con el nombre de San Salvador a la primera isla que descubrió, que se corresponde con el nombre de Sant Salvador de Felanitx. En su tercer viaje llamó a una isla Margalida, que era el nombre de su madre. En el Palacio de Liria de Madrid (de los Duques de Alba), se conservan varias cartas autográficas de Colón en las que siempre se firmaba como el Almirant (Almirante en mallorquín).
Otra investigación que avalaría el origen aragonés de Colón (Las Baleares pertenecieron al antiguo reino de Aragón) es la del marqués de Villarreal de Álava, quien dice haber localizado levantina de Aragón a diversas personas relacionadas con actividades marítimas de apellido Colóm, entre las que aparecen varias con los nombres de Cristóbal, Diego y Bartolomé. Por su parte, Dávila dice: “Dado que la autenticidad del testamento de Colón es más que dudosa, tenemos que quedarnos con estos indicios y valorar el escudo de armas que se afirma era del linaje de Colón.” Y justifica que el experto marino ocultara su origen, porque en los tiempos de la monarquía absoluta no podía un súbdito aragonés condicionar la prestación de sus servicios, debiendo conformarse sólo con aceptar las mercedes que el rey quisiera otorgarle. Sólo un extranjero podía poner condiciones previas para prestar servicios y “naturalizarse” súbdito del rey.
Y, claro, de esa manera, Colón habiendo sido aragonés, no podría haber firmado, como lo hizo, las “Capitulaciones de Santa Fe”, en las que concertó con la monarquía española la forma y las condiciones como debía llevarse a cabo el proyecto descubridor”. Ello explicaría, según la tesis mantenida por el marqués de Villarreal de Álava que Colón ocultara con tanto empeño el hecho de haber nacido en territorio o bien peninsular, o aragonés, insular o incluso napolitano, toda vez que Nápoles perteneció también a España.