Ver al final de una escucha un fondo de café. Muy frío. No era el resultado de hacer un intento de predicción. Sino dar por cierto todo una conversación entre personas rabiosas, cansadas y con ganas de plegar hacia sus casas. “La noche daba mucho que pensar. Cuando el levante hizo que la niebla bajara y todo se transformara en un blanco. Solo el buscar el calor de una prenda de abrigo era lo justo y necesario, después de aguantar un diíta de calor de verano. Ese auténtico donde solo el frescor de un aire acondicionado o una buena ducha con agua fresquita hace reposar y aparcar los sudores.
Los primeros síntomas fueron la explosión de nadadores por la zona del Tarajal. La activación de nuestra patrullera hizo abortar un buen número de personas que entre la desesperación, el reclamo de las buenas nuevas donde advierten que incluso las propias autoridades no se ponen de acuerdo para intentar evitar la entrada de personas sin autorización administrativa. Esto y las ganas de cambiar de aires de represión o una libertad con custodia, dinero, casa y cobijo es un reclamo más que suficiente para exponerse a un corto trayecto a nada de unos 300 metros y en unas condiciones metereológicas y climáticas con signo positivo para nuestra temperatura corporal. Pese a que esta vez la colaboración de los marinos marroquíes fuera buena y tuvieran las ganas de trabajar, pocas jornadas se ve esta actitud”.
“Los primeros síntomas fueron la explosión de nadadores por la zona del Tarajal. La activación de nuestra patrullera hizo abortar un buen número”
“También el cielo siguió con los vuelos clandestinos de esos drones que buscan una mercancía que tiene que ser captada para que los consumidores de la droga de la risa sigan teniendo su mercancía. Esta noche según nos dijo nuestro informador cayó bajo la trampa de nuestro láser. La tecnología pudo entrar en la era de las fuerzas y cuerpos de la seguridad del Estado.
Pero lo que se llevó la palma fueron los intentos de entrada por el vallado, una y otra vez las fuerzas marroquíes abortaban las ganas de los saltos. Le ayudaban los nuestros con las cámaras térmicas que son una forma más que segura para localizar las fuentes de calor humano, siempre y cuando no haya niebla o lluvia.
Pero el mar siguió su verdadera inmensidad y pudo burlar a la vigilancia de nuestros hombres aparcando una embarcación en la playa de Calamocarro. Dejándola escondida en el túnel. Un pequeño pelotazo de no menos de una docena de personas que consiguieron registrarse en el largo número de integrantes de las entradas ilegales a nuestra ciudad autónoma. Fue una noche fructífera. Pero con un gran cansancio para estos pobres agentes que no contaban con mi lápiz y mi libreta de apuntes.
Gracias y que el próximo servicio sea más relajado”.