La Guardia Civil explica que son devueltos todos aquellos vehículos que incumplen la normativa que garantiza una circulación segura
La frontera cerrada a cal y canto. Los accesos al Hospital y a la barriada Príncipe Felipe convertidos en una ratonera. Un problema que no encuentra solución por parte de las autoridades. Desde las 15.00 horas de ayer el conflicto volvió a producirse en el paso fronterizo tras la decisión tomada por Marruecos de que no entrara ningún vehículo en su país, ni siquiera las motos, que son siempre las que se salvan cuando se producen los colapsos.
Los vehículos llegaron hasta la barriada de Miramar, en los accesos al Hospital, un verdadero tapón, con automóviles que se encontraban ya a la altura de la promoción de las 225 viviendas. En la zona de Príncipe Felipe, más de 150 metros de cola que hizo que los últimos coches llegasen hasta la misma entrada casi del ‘Tarajal II’. La mayor parte fueron vehículos con matrícula de Marruecos que se dedican al porteo, pero a los mismos se unieron también más de 200 automóviles, conducidos por ceutíes, que encuentran en el transporte de mercancías a Marruecos una salida a su débil economía.
La Guardia Civil explicó que la entrada de esos ‘coches-patera’ marroquíes en Ceuta –dedicados al transporte de productos– se debe a que reúnen las condiciones técnicas necesarias para circular por territorio nacional además de contar con la ‘carta verde’ y coincidir la identidad del conductor y la del titular del coche. La Benemérita destacó que devuelve a Marruecos a todos aquellos vehículos que incumplen la normativa que garantiza una circulación segura.
Desde primera hora de la mañana, los habituales de la frontera observaron cómo los controles en el lado español instaban a los porteadores sobre cuatro ruedas a regresar al país vecino cuando el turismo presentaba desperfectos o la documentación era insuficiente. Las entradas exitosas cargaron antes de enfilar rumbo a la frontera del Tarajal.