El Ceuta ya es de Segunda División. Lo ha logrado. A partir de la próxima temporada se podrá codear con los equipos del fútbol profesional tras una hazaña que es histórica. Tan importante ha sido lo logrado como el comportamiento de los ceutíes, que se echaron a la calle para festejar como merece un acontecimiento de estas dimensiones.
Nunca en los últimos tiempos un hecho de estas características ha conseguido unir e ilusionar tanto a Ceuta. Han pasado nada más y nada menos que 45 años desde que el equipo no milita en la Segunda División de nuestro fútbol. Y no es para menos.
El deporte supone pasión, pero también unión y una serie de valores que se han visto plasmados en una afición que desde ayer poco antes de las 14.00 no ha dejado de celebrar esta gesta. Ahora toca eso, disfrutar y agasajar a los campeones como se merecen, desde el plano de los seguidores del equipo e igualmente en el ámbito institucional, como ya adelantó ayer a pie de césped el propio presidente de la Ciudad, Juan Jesús Vivas.
También precisó que la alegría del ascenso es “muy importante para una ciudad que lo necesita”. Y no le falta razón. Ahora hay que saborear el triunfo y pensar ya en el impacto que supondrá a todos los niveles para Ceuta competir en la categoría de plata del fútbol español.
Este periódico ya se ha hecho eco en varias ocasiones de que estar a ese nivel supone una proyección de la imagen de la ciudad que pocos eventos pueden lograr. Acceder al exclusivo club de La Liga de Fútbol Profesional (LFP) será un escaparte único para dar a conocer desde nuestro potencial turístico hasta la actividad del comercio, sin olvidar el atractivo de la Ceuta monumental.
El camino no va a ser fácil. La Agrupación Deportiva Ceuta y la Ciudad deben ponerse a trabajar cuanto antes para superar todos los controles que la participación en una competición como La Liga requiere.
Lo primero y más inmediato, la adaptación del estadio. El Alfonso Murube deberá contar con una serie de equipamientos de los que en la actualidad no dispone, entre otras cosas porque tampoco eran exigibles hasta ahora.
De sobra es conocido el estricto examen al que la LFP somete a las entidades deportivas para que las instalaciones cuenten con todas las exigencias de su normativa interna. Entre otras cosas porque los derechos de televisión son una suculenta entrada de fondos para los clubes.
La Ciudad ya ha dicho que está dispuesta a colaborar en todo lo que sea necesario, así que ese aspecto es uno de los que más urge para que a primeros de agosto Ceuta cuente con un estadio que cumpla todos los parabienes requeridos. Desde los accesos al campo hasta los vestuarios, pasando por los sistemas de control de acceso y venta de entrada hasta la infraestructura imprescindible para las retransmisiones de los partidos.
Ceuta será vista en el mundo entero y ahí están los números de la propia Liga respecto a las audiencias de los equipos que juegan en sus competiciones. Bien es cierto que esas cifras distan mucho aún de las que registran los grandes transatlánticos de nuestro fútbol, pero los clubes más modestos también se están beneficiando de los ingresos que generan.
Lo mismo se puede decir de las ciudades en las que están asentados esos equipos, que ven en el fútbol una posibilidad de promoción excepcional.
La sociedad gestora del club también deberá realizar la adaptación de la parte de su estructura que le corresponda y en este punto también será imprescindible el apoyo tanto de las instituciones como de la masa social, de la que no cabe duda que responderá.
Son muchos los retos y el tiempo apremia, pero Ceuta ya ha demostrado en otras ocasiones que su capacidad de adaptarse a nuevas circunstancias es extraordinaria y estará a la altura.
Hay que prepararse para el futuro más inmediato, que será complejo y lleno de obstáculos. Pero mientras llega, lo que toca en estos momentos es regocijarse del éxito obtenido, agasajar a los héroes deportivos que lo han posibilitado y sentirnos orgullosos de pertenecer a esta tierra, una Ceuta de Primera con un equipo que ya está en Segunda División.