Opinión

El circo como terapia

Cuando regresé a mi pueblo, después de una larga vida laboral fuera del mismo, ya casi a las puertas de la jubilación, me produjo una inmensa alegría contemplar que en una pequeña nave industrial se alojaban unas cuantas decenas de compañías circenses, que habían unido sus intereses para fijar su sede de estancia y práctica en la misma. Cierto es que habían tenido que sufrir innumerables ataques de odio de parte de las conservadoras y conservadores del viejo orden, que les acusaban de innumerables actos de satanismo y sadomasoquismo en la sede. Esta campaña se fomentaba desde el gobierno conservador del Ayuntamiento, según me comentaron.
Yo soy un aficionado a los espectáculos de circo. El que más me atrae es el Circo del Sol. Una de las composiciones que más me impactó fue la titulada Alegría. De hecho, sigo luciendo una de sus gorras en innumerables ocasiones. Alegría como la luz de la vida. Era el primer mensaje que lanzaba en su nuevo espectáculo. Como un demente que grita “alegría”. Era su segundo mensaje que nos hacía pensar. Alegría, como una feliz batalla. El tercer mensaje. Efectivamente, la felicidad está en el camino. ¿Y si todo fuera posible? No nos hacemos ilusiones. Alegría no llegará a los niños sin hogar. La risa es un lujo que no pueden permitirse. Pero, sin embargo es muy posible que Alegría se convierta en un rugido desafiante de quienes aún conservan la voz. Esta es su ilusión. Nuestra ilusión. Mi ilusión. Que la alegría sea algo permanente en nuestras vidas. Que seamos capaces de llevar un mundo nuevo en nuestros corazones. Y que sepamos contagiar a los demás de nuestra alegría.
Varekai, era otro de los espectáculos del Circo del sol que contemplé felizmente. La trama estaba basada en el mito griego de Ícaro, al que se le derriten sus alas después de volar demasiado cerca del sol, pues no hizo caso a su padre, Dédalo, arquitecto constructor del laberinto de Creta, que al colocarle las alas para escapar de la isla, le advirtió que “no volase demasiado alto porque el calor del sol derretiría la cera, ni demasiado bajo porque la espuma del mar mojaría las alas y no podría volar”. Esta bella historia, más bella aún al ser contada entre asombrosos saltos y contorsiones del joven que representaba el vuelo de Ícaro; acrobacias por los aires impulsadas por columpios rusos; y tirantes aéreos realizadas por artistas amarrados a las muñecas sólo por dos correas, me trasladaba a nuestra realidad política, sobre la que trataba de encontrar el parecido con el mundo mitológico que Varekai representaba. Sin embargo, Varekai es una historia de esperanza y de libertad. Según nos explican, su título significa literalmente “en cualquier lugar” en la lengua romaní, y es un tributo “acrobático al espíritu nómada”. Dédalo se puso a trabajar para fabricar alas para él y su joven hijo Ícaro, y así poder escapar del rey Minos. Enlazó plumas entre sí uniendo con hilo las plumas centrales y con cera las laterales, y le dio al conjunto la suave curvatura de las alas de un pájaro. Ícaro a veces corría a recoger del suelo las plumas que el viento se había llevado o ablandaba la cera.
El último espectáculo contemplado es OVO un espectáculo itinerante del Circo del Sol que cuenta la historia de una hermosa mariquita que llama la atención de un extraño e inusual insecto que acaba de mudarse a este barrio animado y ambos se enamoran al instante. El espectáculo se desarrolla en un mundo de insectos, donde no hay idioma, sino mucho zumbido. ¡Qué curiosidad!
Me entristecí sobremanera cuando me informaron de que a una de las compañías instaladas en mi pueblo le habían robado sus instrumentos de trabajo. Instrumentos que no tienen ningún interés ni valor para los ladrones. Solo los tienen para sus propietarios. Los que los usan para ganarse su sustento de forma digna. ¡Malditos sean los que los robaron sin pensar el daño que hacían!
Este tremendo acto de vandalismo me recuerda la famosa película de “La bicicleta”, que describe la tragedia en la Roma de la segunda posguerra, en la que un desempleado encuentra trabajo pegando carteles, lo cual es un gran logro en la situación que vive el país, donde el trabajo escasea y obtenerlo es un éxito excepcional. Pero para trabajar debe poseer una bicicleta. Desafortunadamente, el primer día de trabajo le roban la bicicleta mientras pega un cartel cinematográfico. Antonio persigue al ladrón sin resultado alguno. Decide denunciar el robo ante la policía, pero se da cuenta de que las fuerzas del orden no pueden ayudarlo a encontrar su bicicleta. En el caso de mi pueblo, tampoco han dado esperanzas a esta joven pareja, que han visto frustradas sus esperanzas de futuro por un tiempo.
Sin embargo, alguna acción realizaremos para que la magia del circo siga siendo una de nuestras mejores aliadas como terapia de alegría y vida. Será nuestro reto para ayudar a estas magníficas personas a recobrar su ilusión. También nuestra ilusión.

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