Desde los Jardines de la Argentina se palpa el revuelo a las puertas de la casa hermandad de la Cofradía de Medinaceli. Los cuarenta y cuatro “Regulares de la Patrona” forman la singular cuadrilla de costaleros que el día 5 de agosto van a poner en la calle a la Reina de Ceuta. No habrá nada que pueda impedirlo. Ni la incómoda amenaza del levante, ni el calor de media tarde en agosto ni el cansancio acumulado de la feria que, con la procesión, pondrá el broche de oro a las Fiestas Patronales. Nada podrá pararlos. Los caballeros costaleros de África lo saben, conocen a lo que se enfrentan, porque la trabajadera es la particular trinchera de oraciones de estos centinelas de la Virgen, quienes han dispuesto todas sus armas para que la Patrona de Ceuta camine imparable, con paso templado y andar elegante, sobre su trono neobarroco de más de ciento cincuenta kilos de plata de ley, cincelado por el orfebre sevillano Antonio Pérez Barrio.
Con la emoción desbordando a borbotones, estos hombres -muchos de ellos, todavía muchachos que aprenden el oficio de la costalería- son todo corazón. Atienden con disciplina las instrucciones del capataz Manolo Creo Rocha, catedrático del llamador y padre espiritual de quienes echarán los dientes entre los respiraderos calados del paso de la Patrona.
“¡Vamos, quinta!”, se oye a un auxiliar que llama a los hombres correspondientes a ese palo para que se les tome la medida. Enfrentados a la puerta de salida de la casa del Cautivo y Rescatado, los costaleros se cuadrán para que Creo Rocha y sus auxiliares los igualen por la cerviz. Una tarea que exige rigor y maestría para evitar que puedan sufrir algún daño en cada una de las levantás. Sabe lo que hace porque a sus espaldas lleva tres décadas vinculado a las cofradías de Ceuta.
“Lo mejor de sacar a la Patrona es sacar a la Patrona”. Manolo Creo se muestra tautológico y no hay verdad más grande que la que se cuenta de manera tan sencilla. “Sacarla, pasearla y volverla a recoger”, sentencia con palabras seguras el capataz mientras apura las últimas caladas de su cigarro. En tres horas, la Virgen saldrá de su santuario, recorrerá las principales calles de Ceuta y regresará entre el fervor de los ceutíes. Manolo Creo sabe que puede cumplir con el encargo sin demasiadas dificultades porque lo hace cada Lunes Santo al frente del fervoroso Cristo de Medinaceli.
Manolo Creo, capataz: "Lo mejor de sacar a la Patrona es sacar a la Patrona. Sacarla, pasearla y recogerla”
Comienza la preparación de la ropa. Sus hombres estirán los costales y se colocan las fajas que los ayudarán a mantanerse erguidos cuando los kilos aplomen sobre sus cuellos. “Esto hay que sentirlo, hay que llevarlo dentro para meterse debajo del paso”, comentan algunos costaleros mientras se ayudan unos a otros, en ambiente de camaradería sincera, a hacerse la ropa que llevarán por montera.
Entre ellos, los hay con experencia, como José Manuel Cantero, que sabe de lo que habla. Curtido entre Ceuta y Sevilla, este caballa no se arruga. Sabe lo que es un Martes Santo cuando, a las cuatro de la tarde, Dios se presenta a Sevilla en el Barrio de La Calzá y conoce las trabajderas de madera noble del Nazareno del Valle. “Las cofradías de Ceuta son un tesoro que hay que difundir”, asegura, convencido de que la Semana Santa caballa es una de las más desconocidas del norte de África.
La rampa se coloca y los costaleros se arremolinan alrededor del capataz para recibir las últimas instrucciones antes de comenzar el ensayo. Las puertas ya se han abierto y todo está preparado. “Vamos a hacer las cosas bien. Con fuerza arriba y con firmeza. Con paso seguro”, son las primeras palabras de Manolo Creo. “Vamos a mantener el silencio debajo del paso, escuchando a lo que se manda”, ordena este sabio que arenga a sus costaleros.
“Esto hay que sentirlo, hay que llevarlo dentro para meterse debajo del paso”, comentan
Como peones que se disponen sobre un tablero de ajedrez, poco a poco se van colocando en sus palos. Las losetas blancas y negras del suelo marmóreo de la casa del Cautivo y Rescatado les marcan las posiciones. Todo está listo. Manolo Creo se acerca al llamador y lo empuña. Toca por tres veces. “Vamos aliviaos”. El paso se levanta, sin sobresaltos, de una levantá hacia arriba. Creo toma distancia con la delantera en mitad del silencio del almacen. “Venga de frente”. El paso se acerca con seguridad a la puerta de salida. La zancada es corta, de momento, para no arriesgar. Con el paso encuadrado, Creo manda con prudencia para que los costeros no rocen las jambas. Los costaleros van bajando la rampa y enfilan su caminar, ahora sí, con el paso alargao, hacia los Jardines de la Argentina. El ensayo se prolongará hasta la medianoche. Todo sea por llevar hasta el cielo a la Patrona.
Manolo Creo, treinta años vinculado a las cofradías
El capataz de la Patrona es una persona esperanzada. Manolo Creo Rocha, ceutí de 54 años, de padre portuense y madre esteponera, sabe de lo que habla. La costalería es su mundo. Capataz del Medinaceli y de la Virgen de África, ha reunido en estas fechas a los hombres necesarios para que el paso de la Patrona pueda ponerse en la calle durante las tres horas largas que dura el recorrido. No se arruga ante las dificultades y es un convencido de que las cofradías necesitan un impulso desde las propias hermandades. Sabe que hay personas comprometidas y que ellas son el futuro de las cofradías de Ceuta. Se siente orgulloso de ser el capataz de la Patrona y no lo esconde. Hace bien. A Creo Rocha se le nota el oficio. Iguala con mimo, arenga a sus hombres antes del ensayo, saca el paso -todavía vacío- y entrega el mando a sus auxiliares.