Llegan desde el sur. A ciencia cierta nadie da con la clave exacta de a qué se debe este repunte en los intentos de entrada en Ceuta que protagonizan estos chicos. Se les identifica a la primera: vagan por Castillejos vestidos con ropa de calle y una pequeña mochila a la espalda. Se mezclan con los niños del norte, los que tienen una mayor preparación y se lanzan al mar, según sus capacidades, con aletas o neopreno.
Unos y otros conforman ese movimiento de menores dirigido hacia Ceuta, un movimiento arriesgado al que ponerle freno resulta harto complicado.
Los chicos guardan o han visionado grabaciones de otros niños que muestran exitosos cómo hicieron el cruce. Puede que no haya más, que ese sea el impacto necesario para que otros consideren que la travesía es sencilla. Pero no, esconde un sinfín de problemas, trabas, muertes y desapariciones.
En las crónicas de El Faro sale un 10% de los casos. Denuncian las ausencias de sus hijos los vecinos del norte marroquí; los del sur, marcados por una gran pobreza, ni siquiera saben cuándo sus hijos se echarán al agua o cómo pedir ayuda. Ponerle cifra a este desastre es complicado, quizá imposible cuando hay casos de niños que huyen de hogares que sencillamente no los quieren, que están destrozados, sin figuras paternas o maternas que sean un referente.
Ceutíes que han elegido el norte de Marruecos para su veraneo se estremecen al contar las noches vividas, los gritos escuchados de niños en el mar que terminan agotándose. Nunca habían visto nada igual. ¿Dónde terminan esos chicos? Es lo que se preguntan ellos y todos los que ponen el foco por un momento en la inmigración asentada en la frontera sur. ¿Dónde están?
Marruecos hizo un amago por blindar las playas próximas a la frontera pero se topó con la protesta de los vecinos que quieren disfrutar del verano. La mayor presencia de agentes uniformados a los que se suma ‘la secreta’ tampoco sirve de mucho. Los chicos se arrojan al mar desde más lejos, con lo que el riesgo es mucho mayor. El tramo que deben nadar les agota, las muertes no son en muchos casos por ahogamiento sino por cansancio.
El castigo que impone Marruecos no tiene efecto. Expulsa a los niños interceptados al sur, alejándolos de sus casas en un escarmiento sin sentido.
El vecino país se enfrenta a un grave problema social, la falta de alternativas económicas para una población a la que se le cerró el yacimiento de la frontera sumado a la exigencia del visado ha llevado al extremo a muchas familias cargadas de hijos y sin futuro.
El lujo mostrado por quienes protagonizan la OPE contrasta con ese cupo social de familias sin nada. La huida de un hijo supone por tanto para muchos padres una oportunidad.
El Gobierno local organizó un gabinete de crisis el mismo día de la Virgen, festivo, 15 de agosto. A la mesa, el alcalde Juan Vivas y miembros de su Gobierno, pero también quien más sabe de menores en Ceuta, la jefa del área Toñi Palomo. No era casual, su mente recoge la radiografía más acertada de lo que sucede.
Hoy se alcanza el pico histórico de 2019 con más de 400 menores acogidos, pero hubo épocas previas más críticas. ¿Por qué entonces el nerviosismo de Vivas?, ¿es tanta la gravedad? En cifras, en estadísticas, hemos estado mucho peor, pero quizá en el gobierno se está mirando al futuro inmediato, a las noticias que apuntan a todos esos niños que pasan las horas cerca de las playas marroquíes para nadar, para escapar. Niños que potencialmente pueden llegar.
No es lo que tenemos, sino lo que está por venir, de ahí la petición de auxilio aceptada por el Gobierno de España, pero que todavía no se ha plasmado en un cronograma concreto de salidas.
La Ciudad se ha visto forzada a hacer lo que no quería: abrir la nave del Tarajal. No lo quería por el efecto psicológico y social que supone con recuerdos a la crisis de mayo, como tampoco quiere que se avecinen problemas si siguen llegando chicos y no dispone de recursos nuevos o alternativas para evitar conflictos entre chicos que no pueden estar encerrados en un hostal.
¿Estará la oposición preparada para entender a qué asunto nos enfrentamos sin buscar oportunismos políticos? El nivel parece más bien bajo tras la pataleta sin sentido de la Gestora socialista y el silencio de la Delegación del Gobierno, posturas que chocan con la decisión anunciada por el Gobierno de España.
Vox sigue en su línea orientada a convertir Ceuta en una especie de cárcel se niños quebrantando incluso las leyes y dictámenes internacionales. Los localistas son quienes, sin duda, ejercen una postura más responsable.
El panorama se antoja complejo para una ciudad que lleva años con deberes incumplidos en materia de menores, sin centros amplios y adecuados, sin protocolos eficaces para concretar con rapidez la edad de los acogidos.
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