Andalucía, una tierra que vive en un continuo “Chavo del ocho” donde, precisamente, ocho comunidades de vecinos (Cádiz, Sevilla, Málaga, Córdoba, Jaén, Huelva, Almería y Granada) sobreviven a merced de un centralismo que le ha dirigido a un sistema socio económico que genera desigualdad en cada una de sus esferas. Esto es debido, a una clara intención de acciones por parte de los gobiernos centralistas donde doy por hecho que no quieren que el sur habite con pobreza pero que si les condena en una ausencia de industrias que hace que transitemos en unas limitadas oportunidades.
Asimismo, podemos señalar que las políticas que vienen desde Madrid con destino Andalucía, cuyas consecuencias son de una perpetua inequidad para su sociedad, “ha sido, y es, sin querer queriendo”.
Y sí, “ha sido, y es, un persistente sin querer queriendo” por qué así lo exponen los índices socioeconómicos andaluces como: 43.7% pobreza infantil (EAPN-A); casi el 20% de tasa de desempleo según la EPA 2023; tercera CCAA con mayor número de suicidio en el año 2022 según INE; según el INE los precios de los alimentos ha subido un 20% en el último año; el BCE no para de subir los tipos de interés afectado directamente a los dueños de hipotecas; segunda CCAA con más números de desahucios en el año 2022 según Consejo General del Poder Judicial (CGPJ); la CCAA en la que más jóvenes de entre 16 y 35 años emigraron a otras zonas de España y Europa, según Unión Sindical Obrera en el año 2022; la CCAA con un mercado laboral de mayor precariedad (jornada y salario) laboral y según CCOO en el informe del 2022 “La precariedad laboral en España”, entre otros. Sin embargo, esto parece que no vaya a cambiar al menos en el medio y corto plazo.
También, el personaje del Chavo del ocho representa el estereotipo que nos ha querido imponer a los andaluces y andaluzas desde la Meseta. En este sentido, el perfil del protagonista marca, por un lado, una persona desaliñada, vaga, palurda y torpe en el que cada vez que habla, de manera cómica, provoca la risa de toda la audiencia (nos suena este cliché, ¿verdad?); y, por otro lado, lo más triste es que parece que su situación socioeconómica jamás va a cambiar.
Igualmente, su ropaje se caracteriza por: uno, un gorro con orejera que señala a los andaluces y andaluzas de una sociedad que, no hace falta, ni que pregunte ni escuche que sólo acate ordenes de Madrid. Dos, un palo con una bolsa representando que nos conformemos con lo más básico para vivir y si no llegamos a fin de mes pues a caminar o emigrar con lo puesto. Y, tres, unos pantalones (que no son su talla) sujetados por unos tirantes que da entender que no tiene recambio de bienes; es decir, proyecta una población “tirante” o “tieso” de oportunidades.
Curiosamente, el Chavo del Ocho, una serie que se estrenó en Latinoamérica, la región más desigual del mundo; y posteriormente, se emitió en Andalucía, la región más desigual de Europa
Esto último, es un paradigma que representa, perfectamente, la situación actual andaluza ya que Andalucía posee el 38.7% de población en riesgo de exclusión social y pobreza según Red Andaluza de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-A); y, como señala el premio nobel Joseph Stiglitz, en su libro “El Precio de la Desigualdad“, el 90% de los que nacen pobres mueren pobres por más esfuerzo o mérito que hagan.
En esta línea, en la serie del Chavo del ocho se visualiza, entre otros, una escuela (donde se encuentra un maestro que no puede preservar el buen ritmo de la clase debido, entre otros asuntos, a un inadecuado ratio); un doctor (enfurruñado, en múltiples ocasiones, por la falta de utensilios para tratar con competencia al paciente); y un eterno desempleado (Don Ramón, un desempleado estructural que sobrevive gracias a la economía sumergida). Así, la película da entender una más que notable falta de recursos por parte de las instituciones para atender, apropiadamente, tanto la sanidad y la educación como a la persona que no consigue encontrar un trabajo.
Además, la escena principal donde se rueda gran parte del largometraje está caracterizado por una plazoleta compuesto por almacenes de alimentación con los productos básicos; y con un patio de preocupante grado de suciedad, mugre y abandono. En el caso andaluz, tenemos que recordad que siete de los diez barrios más pobres de España se encuentran en Andalucía, según los datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) dentro del documento Indicadores urbanos.
De esta manera, cada episodio, es un fiel reflejo de la realidad andaluza con un porcentaje alto de personas de baja condición social y de individuos en una situación de desempleo de larga duración que no les queda otra que buscarse cualquier forma de ganarse la vida. En este caso, la economía sumergida es su único salvavidas cómo apunta el Instituto de Estudios Económicos (IEE) en el año 2022 donde escribe que Andalucía posee el 27% de su PIB, mayoritariamente construcción, comercio y hostelería y sólo por detrás de Extremadura- en este tipo de economía.
Unido a lo anterior, vivimos en un contexto socioeconómico de desmantelamiento gradual de los servicios públicos protagonizado en sanidad, educación y servicios sociales, supresión de los impuestos a los ricos que deja sin financiación al Estado del Bienestar y un cambio climático que nos seca Doñana. Esto está provocando un descontento social de un sálvese quién pueda donde a este ritmo sólo nos quedará el humor; eso sí, pero con la barriga vacía.
Y, colorín colorado, ¡sin querer, queriendo! el centralismo nos ha conducido a esta foto de desigualdad apoyado por unos fondos de cohesión, provenientes de la UE, que no ha hecho más que incrementar la desigualdad (de Andalucía con el resto de regiones) y que nunca llegó a los hogares más pobres como exclama un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Mannheim, de la de Aarhus y del Centro Jacques Delors de Berlín; y, una ejecución presupuestaria estatal de inversiones ridículas hacia Andalucía de sólo el 67% de lo planificado (teniendo en cuenta que comunidades como Madrid, Barcelona y Navarra donde supera el 400%, 500% y 1000% respectivamente).
Con todo ello, “save the children” nos recomienda a los andaluces y andaluzas que no tengamos hijos e hijas ya que implicaría y tendríamos un porcentaje muy alto de caer en la pobreza. Pues nada, envejecimiento de Andalucía a todo tren (con o sin AVE). No obstante, no nos preocupemos, ¡ha sido todo, sin querer, queriendo!
Por tanto, la única solución para salir del Chavo del Ocho es que un andalucismo de izquierda no sólo llegue a las instituciones si no que obtenga tal cuota de poder en el Congreso de Diputados que incida en los Presupuestos Generales del Estado (PGE); y así poder invertir en nuestra tierra de industria con un alto contenido tecnológico y sostenible.
Por ello, tenemos que construir los puentes posibles para concienciar a los andaluces y andaluzas de que sientan el andalucismo como una inquietud donde la denuncia sea la desigualdad, la alternativa la soberanía, y el llamamiento de nuestra tierra: una nación.
Curiosamente, el Chavo del Ocho, una serie que se estrenó en Latinoamérica, la región más desigual del mundo; y posteriormente, se emitió en Andalucía, la región más desigual de Europa. Nos parecemos tanto que hasta nuestra estructura socioeconómica ha sido edificado mediante un continua, por parte de la elite (centro): “sin, querer, queriendo”.
X la revolución de los desigual3s…