Delegación del Gobierno confirmaba este viernes que Marruecos ha vuelto a aceptar a sus nacionales. Lo hacía primero en un encuentro con AUGC y después a los medios de comunicación que quisieron verificar tal extremo. Pero sucede que, de nuevo, nos quedamos con el titular, sin que nos cuenten lo que interesa para que todo este lío no suene a algo así como chantaje.
Salvo porque lo publicamos, hasta ahora el Gobierno de España no nos había dicho nada de las relaciones con Marruecos a pie de espigón. La última de Grande Marlaska fue que todo estaba bien y, antes, por boca del presidente Pedro Sánchez, que las relaciones eran mejores que nunca.
La realidad era bien distinta, Marruecos no ha auxiliado a su propia gente, ha permitido que se echaran al mar mientras ignoraban tamaña tragedia. Sus agentes han mirado para otro lado cuando niños y adultos luchaban contra las olas para terminar desapareciendo o ahogándose.
Esa realidad vista y grabada por cualquiera que acudiera al espigón era la consecuencia de la decisión de no aceptar devoluciones de nacionales, lo que estaba provocando mayor temeridad en los pases. Todo esto que ha pasado, que ha ocurrido y que no ha sido condenado ni por España ni por Europa no obtiene ninguna valoración.
Nos quedamos pues con el titular: ¿pero por qué antes no?, ¿por qué nadie ha denunciado lo ocurrido?, ¿por qué nadie va a pedir explicaciones o responsabilidades?
Esta misma semana el eurodiputado de Ciudadanos, Jordi Cañas, denunciaba la situación del preso Mohamed Ziane. Me parece muy bien que se preocupe del nulo respeto a los derechos que se da en el vecino país, ¿pero qué tiene que decir de la ruta de los espigones, de la actitud chantajista demostrada, de lo que ha sucedido en estos meses?
Entiendo que haya a quienes poco importe lo que sucede en las fronteras, pero a muchos sí que nos interesa y a un país como España también le debería importar lo que pasa justo al lado de su trinchera.
Celebrar una consecuencia mientras se obvia una realidad inicial no deja de ser patético.