Las medidas enunciadas por Zapatero el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados se han convertido, sin duda, en un tema recurrente que surge de modo inevitable en las conversaciones de los españoles, así como no solamente en todos los medios informativos nacionales, sino también en muchos de otros países.
Con respecto a las citadas medidas anti-déficit, lo primero que hay que decir es que no son de Zapatero, sino que éste se ha visto obligado a adoptarlas muy en contra de su erróneo modo de entender tanto la política como la economía. Desde hace casi tres años, los organismos supranacionales avisaban una y otra vez sobre el peligro que suponía el fuerte endeudamiento en el que venía incurriendo España a consecuencia de las desacertadas iniciativas puestas en práctica por ZP, quien ni quería oír, ni ver, y ni siquiera hablar con sensatez. Se estaba produciendo una especie de “fuga hacia delante”, sin pensar en sus consecuencias. Los demás –decía- son los equivocados. Todo se solucionaba emitiendo deuda pública –los Bonos del Tesoro, que no son lo mismo que los tesoros de Bono- y creando así una espiral capaz de endeudar a varias generaciones de españoles. Y no solo eso: con un incremento de la deuda durante el último trienio nada menos que de 300.000 millones de Euros –para los que todavía pensamos en nuestra antigua moneda, 50.000.000.000.000 de pesetas- se ha ido poniendo en serio peligro el futuro de la divisa europea, con las repercusiones que ello podría acarrear en las economías occidentales.
No se hizo el menor caso a los sabios consejos de la Unión Europea, del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, del Banco de España y de la oposición, entre otros, hasta que llegó el fatídico día en el que Europa puso pies en pared, y dijo que hasta ahí habíamos llegado, dando un plazo perentorio para que España adoptase medidas conducentes a reducir en un par de años la ingente deuda a la que había sido arrastrada por su Gobierno. Y no solamente Merkel y Sarkozy apretaron las clavijas a Zapatero, sino que hasta su icono preferido, Obama, le telefoneó en apoyo de lo decidido por la UE, apremiándole a que adoptara sin demora medidas anti-déficit (por cierto, ese ha sido el único resultado visible de la conjunción planetaria que, con tanto embeleso, nos anunció la inefable Leyre Pajín). Conste, por añadidura, que aún faltan reformas estructurales básicas, así como revisar con seriedad subvenciones disparatadas, a la vez que puede sobrar alguna de las medidas anunciadas tarde y mal.
Si desde hace más de un par de años se hubiera seguido una política presupuestaria más ajustada a la realidad, más ceñida a las posibilidades de la nación, más igualada en cuanto al nivel de ingresos y gastos, menos derrochadora, menos demagógica, más racional y menos electoralista, hoy no tendríamos que pasar por este trance.
Centrándonos en Ceuta, es indudable que la reducción media del 5% en los sueldos de los empleados públicos y la congelación de las pensiones afectará a una gran parte de las familias aquí residentes, con la consiguiente repercusión en el consumo y, por tanto, en el tejido empresarial de la ciudad. Además, el anunciado bajón en inversiones del Estado, así como la advertencia de que la restricción del gasto debe llegar también a las autonomías, pueden significar que Ceuta deje de percibir una suma considerable del Fondo de Compensación Interterritorial y de las demás partidas aplicables del Presupuesto del Estado. A ver que pasa ahora con la famosa Base Militar, con las viviendas a construir en Loma Colmenar prometidas por la Ministra del ramo y con el enlace Puerto-Frontera. Si entre las medidas anunciadas por Zapatero aparece que las autonomías han de ahorrar 2.000 millones de Euros, una simple regla de tres, partiendo del número de habitantes, nos lleva a la conclusión de que a la Ciudad Autónoma de Ceuta le tocaría rebajar sus expectativas de gastos, durante el bienio 2010-2011, en alrededor de 3.400.000 €.
Hasta ahí pueden llevarnos la insensatez y la demagogia. Y no será porque no se les había avisado. Como dijo el Diputado Arkoreka, han estado tocando el violín mientras el barco se hundía, como la orquesta del “Titanic”. ¡Qué pena de España!