La permeabilidad de una
frontera que no funciona, que sufre cierres intermitentes y que está sometida a las directrices de Marruecos tiene mucho que ver con las cifras de presión migratoria que se están registrando en la ciudad y que ha llevado a uno de los niveles máximos en el caso de
Menores Extranjeros No Acompañados (MENA) acogidos a cargo del Gobierno de Ceuta. En la actualidad esas cifras son de casi 500 después de la
última intervención de la Policía en el puerto que se materializó en el traslado de casi medio centenar de menores de edad al centro de
La Esperanza. En concreto en el centro hay 420 y se cree que en las calles puede haber un centenar, extremo que nadie puede dar por reconocido oficialmente porque ni se sabe. Con los mismos medios humanos y materiales se está afrontando una atención que desborda claramente a la Ciudad Autónoma y que de hecho dibuja una de las situaciones más extremas que ha sufrido Ceuta desde que asumiera las competencias en materia de Menores. La falta de control real en la frontera del Tarajal tiene mucho que ver con la situación actual, toda vez que es esta vía la escogida por los menores para entrar en Ceuta y acudir directamente al puerto, buscando la forma de escapar a la Península. Ese Tarajal, que a diario soporta masificaciones de personas y avalanchas de porteadores, sumado al paso Tarajal II se convierten en las vías que están facilitando la entrada en un mayor número no solo de menores marroquíes sino también de adultos. La propia Policía Local ha indicado que en estos primeros días de diciembre han entrado 60 niños por esta vía. La situación que se registra ahora mismo, ese repunte se visualiza en la mayor presencia de adultos y MENA en la zona del puerto, que intentan acceder a los espacios restringidos arriesgando sus vidas o provocando intervenciones de las fuerzas de seguridad para evitarlo. La última intervención de la Policía, esta misma semana, se llevó a cabo en respuesta a las informaciones de los empresarios debido a la elevada presencia de menores, muchos de ellos de pocos años, que se aglutinan sobre todo en las inmediaciones del antiguo Dato. Ceuta dispone de los mismos recursos que antes pero para atender a una población menor que duplica la que más o menos estaba estabilizada, que se cifraba en torno a los 200 o 250 menores. Atender a casi 500 con un centro que no dispone de las dimensiones más básicas y con el mismo número de personas para afrontar las distintas tareas surgidas es complejo. En una comparecencia ofrecida por el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, ha calificado esta situación de “insostenible” y de “emergencia absoluta”, después de que en cuatro meses el número de menores haya aumentado un 70%. “Es insostenible, no tenemos capacidad”. Ha reseñado que es el Estado el que tiene que solucionar esta situación al ser un asunto de inmigración, colaborando con la reagrupación de menores en Marruecos y facilitando el traslado a la Península. De hecho se va a elevar una propuesta para que se asuma por parte del Estado esta “emergencia”. Vivas ha insistido que solo el Gobierno de la Nación puede resolver este problema, haciendo además un reconocimiento explícito al área de Menores ya que “hacen más de lo que pueden” ante una situación “insostenible”. El presidente aclara que las únicas soluciones pasan por acelerar la reagrupación de los menores con sus padres y por conseguir que se aplique el principio de solidaridad, haciendo que las distintas comunidades autónomas acogan MENA ya que Ceuta solo puede asumir el número adecuado a los recursos de los que dispone. Para el Gobierno la presión ejercida por menores se enmarca en el ámbito de la inmigración, que es una competencia estatal y recalca que no puede mantener el nivel de gasto que supone para las arcas municipales.