El calendario laboral no fue objeto de debate. Y no lo fue por prudencia y por seguridad jurídica. Ceuta simplemente ha dado un paso ya asentado en Melilla, justificando su decisión en un informe de la secretaria general. Nunca antes se había hecho así, pero ahora se ha considerado que era la manera adecuada de tener cierta estabilidad en torno a este asunto que ha terminado politizándose de la peor de las maneras. Existía el riesgo de no haber un acuerdo, además de la más alta probabilidad de volver al show que algunos buscan y que ha terminado por instaurarse en la Asamblea.
Adoptada esta decisión que tiene su fundamento y que se da en Melilla, el Gobierno ha dado las explicaciones del camino seguido y de los pasos que habrá que darse para que Ceuta disponga de un calendario que será adecuado a la realidad social de todos. La reacción de Vox no fue otra que ofrecer una rueda de prensa para proferir todo tipo de descalificaciones inapropiadas para un grupo parlamentario. Descalificaciones no sólo dirigidas hacia quien es la máxima autoridad de la Ciudad, se le haya votado o no, a quien se le ha dicho que sirve a los intereses de Marruecos, sino también a las demás formaciones y a parte de la población, al cuestionar sus festividades vinculándolas directamente a Marruecos.
Se ha llegado a un límite de histeria, de crítica y de pérdida de papeles que no es bueno ni para la política ni para Ceuta. Tampoco para su sociedad, que tiene que aguantar desconsideraciones hacia una parte de la misma con dudas sobre quién es español y quién no. Vox tendrá su momento para exponer qué calendario quiere, de momento no lo está haciendo, solo se está dedicando a insultar y a ofrecer faltas de respeto a la institución, a quienes forman parte de la misma y hacia quienes no considera españoles.
El mero hecho de que ayer abandonara el pleno al no aceptar la votación de la mayoría para que el debate sobre el calendario quedara encima de la mesa dice mucho del talante de un partido que cuando no acepta el sentir global responde con este tipo de acciones, evitando posicionarse sobre propuestas que eran de interés e incluso retirando las suyas. Eso sí es lo nunca visto en la Asamblea, este tipo de actos pueriles y de reacciones que no conducen a nada.
Vox dice al resto que reflexionen sobre su actitud, habla de campañas orquestadas contra ellos, se erigen en los únicos defensores de Ceuta y son capaces de achacar a los demás la supuesta entrega de la ciudad a otros intereses. No todo vale en política, menos estas tensiones y esta actitud que no hace más que generar un problema mayor para una ciudad que nunca había estado tan enfrentada y que pretende ser pasto de recelos impropios e insanos.
Hay demasiados problemas en Ceuta, gravísimos por cierto, para que el calendario y el respeto a las festividades de una parte importante de nuestra población, tan española como el resto, genere esta cascada de despropósitos. Tenemos una crisis brutal, se están abriendo horizontes económicos para definir el futuro de Ceuta, en eso es en lo que se debe poner todos los esfuerzos, no en crear conflictos, en fomentar desprecios y en convertir esta tierra en un lugar en el que nos miremos con arrogancia y soberbia. Ese no es, desde luego, el futuro que necesitamos y que nos merecemos.