Cuta mi ciudad querida, la siempre noble y leal. Quien a tus playas llega, encuentra aquí su hogar... Quizás porque el tiempo pasa volando y nos sentimos más cerca del Creador, este año al releer los Pregones o Pregoncillos (como suelo hacer cada Cuaresma), me han impactado de una forma especial los de Ceuta, el de Juan García Salve, costalero y a sus hermanos costaleros, (me hizo el honor de dedicarme una copia). Y el de Manuel Lancha Gálvez. Fueron tres años inolvidables en Ceuta, vividos día a día con enorme intensidad. ‘Mi’ Virgen, nuestra Virgen de África (desde que llegué me la apropié...). Su gente, sus calles, sus barrios. La Semana Santa con tantos y tantos momentos emotivos: el Encuentro del Señor con su Madre; Cristo de Medinaceli....y muchos, muchos más... Al releerlos, como os digo, en Semana Santa, vuelvo a sentir la nostalgia, la emoción cada día más intensa, de mi Ceuta querida. ¡Tanto se mete en el corazón! Algunos de los que conocí y traté con tanto cariño, ya están en el Cielo, pero por eso más cerca de nosotros. Todos tienen un hueco único e irrepetible en nuestra alma. Están al lado del Señor, de Dios Uno y Trino. Esperándonos para volver a sentir, con ansia eterna, tantas emociones. En Ceuta se siente uno sobre todo Español, sin complejos, con nuestra Bandera ondeando todo el día. No olvidaré mientras viva, los Arriados de Bandera los jueves: el mar, el cielo, el toque de Oración, la Virgen enfrente escuchandonos.... Emoción viva e intensa que se traducía en lágrimas. El desfile, las Juras de Bandera.... La gran familia militar. Siempre la admiré. Allí se siente uno Hijo (con mayúscula) de la Bendita Madre de África. Hermano del Señor y sufriente intenso en los momentos de su Pasión. Escuchamos su Palabra, su Espíritu Santo, con enorme intensidad. Sé que me repito, no soy escritora, pero mi corazón rebosa de Amor y os lo tengo que contar. Ceuta, gracias por tanto, y a tantos, como me has dado.