Una treintena de inmigrantes ha marchado a la Península, dejando atrás el CETI de Ceuta en el que han permanecido acogidos hasta la fecha. Se sigue así con el desbloqueo de los traslados, aunque ninguno masivo, pero que sirven para rebajar la carga de nerviosismo entre unos residentes que llevan demasiados meses esperando cruzar de manera segura el Estrecho.
La amplia mayoría de los que han participado en esta salida es de origen subsahariano. Antes de llegar al puerto, en el CETI, se escuchaban gritos de alegría y tenían lugar las despedidas de quienes han compartido todo este tiempo en las dependencias del Jaral. Junto a los subsaharianos han emprendido camino algunos marroquíes, y también argelinos, sobre todo familias con menores a su cargo. Este grupo se suma a los dos que previamente han marchado a la Península en las últimas semanas, después de la manifestación que llevó a varios de los residentes a protestar por su situación de bloqueo y porque, en algunos casos, llevan un año atrapados en Ceuta.
De nuevo este viernes ha habido ‘Balearia’ -como llaman a las salidas- y todos, guardando las medidas de seguridad establecidas en la estación marítima, han partido hacia distintos puntos de la Península en donde, de entrada, contarán con el apoyo de oenegés. En el puerto se han producido las despedidas y las escenas de emoción entre los elegidos para este trayecto.
Detrás de cada una de estas personas hay una historia, un periplo clandestino marcado por la incertidumbre de poder cruzar o no hacia una ciudad que se erige en trampolín para llegar a otros países de Europa en donde tienen familiares. Atrás quedan los últimos saltos por la valla o las entradas ocultos en dobles fondos o a través de la vía marítima, pases todos ellos que les posibilitaron llegar hasta Ceuta y ser acogidos, finalmente, en el centro de estancia temporal que todavía dispone de plazas debido a la caída drástica en el número de accesos a nuestra ciudad.