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Celaya y Pino revisan la acogida del sistema educativo a la inmigración

Javier Celaya, asesor de la Dirección Provincial del Ministerio de Educación tras el desmantelamiento del Centro de Profesores y Recursos que dirigió durante los dos últimos años, y Ana María Pino, de nuevo en el ejercicio docente tras pasar por la Asesoría de Idiomas y Formación del CPR, fueron ayer los ponentes de la segunda sesión de

‘Reflexiones sobre extranjería e inmigración’, la propuesta formativa que coordina Carmen Morón en el marco de los XXVI Cursos de Verano de la UGR en Ceuta.
Celaya, que fue el primer interviniente bajo el título ‘Inmigración y sistema educativo’, repasó ante los inscritos la larga historia del fenómeno de la inmigración en la Península Ibérica y el rápido crecimiento del alumnado extranjero en España, que en 1986 apenas suponía el 0,63% del total y que en el año académico 2012-2013 se acercaba al 10%.
“El crecimiento más vertiginoso del alumnado extranjero se produjo entre los cursos 2000-2001 y 2008-2009, cuando su porcentaje pasó del 2% al 10%”, recordó el ex jefe de Estudios del IES Luis de Camoens, quien explicó que durante la primera mitad de la década pasada se crearon en nuestro país 1.600 nuevos grupos en centros públicos y 1.200 en centros concertados “como consecuencia directa de la escolarización de inmigrantes”.
Según Celaya su integración se ha visto condicionada por “tres factores: su origen y contexto socio-cultural; su distribución territorial en la España de las Autonomías; y su concentración en centros de titularidad pública”.
El alumnado inmigrante procedente de países de alto nivel de desarrollo (uno de cada diez) ha mostrado “una clara progresión académica” mientras que con el resto de grupos nacionales ha sucedido “todo lo contrario”.
“Las tasas de promoción de curso y el rendimiento académico del alumnado inmigrante son menores a las de los autóctonos”, amplió Celaya, que lo atribuyó a factores como “la escolarización temprana, su propia actitud y expectativa ante la educación, disponer en casa de ordenador o el nivel educativo y socioeconómico de los padres”.
Según los ponentes “la propia organización escolar también puede ser determinante en la forma de disponer los agrupamientos del alumnado”. En este sentido, “la segregación del alumnado, justificada en la atención a la diversidad y la compensación educativa, ha producido en muchos casos contrarios a los que pretendía”, alertó Celaya, quien recordó que según algunos expertos “en os grupos de bajo nivel, los estudiantes reciben menos estímulos para el aprendizaje y, sujetos a expectativas más bajas, acostumbran a recibir menos retroalimentación y les son asignadas tareas consideradas de menor dificultad y nivel académico”. Así, su instrucción “tienen a ser más fragmentada” y “es más fácil que pierdan el interés por la escuela”.

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