En caso de necesidad

Este es un artículo para ser leído únicamente en caso de necesidad. Si usted no se encuentra en esa circunstancia, bastará con arrugar la hoja y encestarla en la basura, o con hacer clic en otra página web. Si se encuentra usted entre el grupo de personas prudentes y previsoras para con el mañana, quizá pueda archivar el artículo en un lugar seguro; una esquina en la que conserve su botiquín de supervivencia. Entre tanto, hemos dicho, no será necesario ni recomendable leer este artículo.
Por si la ausencia de lectura termina por dejarle ocioso, le sugerimos una lista de actividades que le serán de mayor utilidad. Levantarse temprano, caminar para disfrutar del amanecer. Desyunar café con tostadas. Lavar la ropa puntualmente y encargarse de secarla y recogerla. Prepararse almuerzos sabrosos aunque viva usted solo. Lanzar el televisor por la ventana (con la suscripción a Netflix incluida, y habiendo comprobado antes que ningún transeúnte despistado transforme la performance en tragedia). Puede observar fuentes (preferiblemente con agua). Esto se puede realizar durante mucho tiempo, y es gratuito (lo de observar fuentes), aunque a la larga lo podrían tomar a uno por loco. Si lleva demasiado tiempo observando una fuente, le recomendamos que, si tiene seres queridos (o personas que se le parezcan), les visite, lléveles té con pastitas.
Creemos que con esta lista será suficiente para recordarle que ya no tiene ningún motivo para seguir leyendo esto, y que, de no encontrarse en caso de verdadera necesidad, ya debería andar usted en otras ocupaciones (véase párrafo anterior).
Puede que todavía algún lector insistente nos salga con la retahíla de ¿qué significa eso de verdadera necesidad?, ¿cómo sé si tengo verdadera necesidad? Ante esta pregunta ingenua, ya sabremos de antemano que esa persona no necesita del artículo con urgencia, porque el ser humano que se encuentra en caso de necesidad lo sabe, y lo sabe bien, y entenderá perfectamente a lo que nos referimos.
Aprovecharemos (si ha llegado usted a este punto) para desaconsejar (si está usted en caso de necesidad) la escucha de coaches, gurús e iluminados en las redes sociales. En continuidad con el buen decir empleado en este artículo, le diremos que esas personas deben importarle a usted una buena mierda; y actuará a favor de su salud mental si no les dedica ni un segundo de su atención. A todos esos gurús pestilentes que ofrecen el colacao instántaneo de la felicidad, con frases imbéciles y escenografías trasnochadas: ni puto caso.
En fin, lo más normal es que usted, a pesar de no encontrarse en caso de necesidad, haya llegado hasta aquí por curiosidad. No se preocupe, lo entendemos. Ahora puede marcharse. Para el que permanezca, le dedicaremos estas palabras:
Nadie tiene ni la más remota idea de cuál es el camino correcto, pero si hay que equivocarse, mejor que sea con sus propios errores. No sabemos lo que le espera en la vida (ojalá que sea bueno, pero no lo sabemos) pero si tiene un proyecto vital trate de llevarlo adelante. No importa que sea difícil. No importa que nadie más lo entienda. No importa que se sienta usted incoherente. No importa que parezca que lo lleva todo a cabo sin ninguna elegancia. No importa que llore. No importa que se contradiga. No importa que todo parezca estancado. Continúe.
Resista. Guarde sus pasiones. No porque necesite usted invertir en su propia vida, como le diría con total seguridad uno de esos coaches de pacotilla. No. No es para estar un poco mejor. No se trata de asegurarse la sonrisa. Es, simplemente, cuestión de vida o muerte.
Porque cuando le haga falta una red de seguridad, si realmente le llega el momento de verdadera necesidad, lo que le salvará es sostenerse en su deseo propio. No le salvarán las medidas de precaución. Le salvará haberse puesto en riesgo, le salvará estar en el camino. Sostenga el deseo, ese deseo que nadie entiende (ni uno mismo) pero que insiste en proseguir.
Bien, prosiga.