Querido Paco, siempre he tenido claro que este día podía llegar, supongo que todo el mundo sabe que la vida, al final, es un ciclo.
Pero una cosa quizás sea saberlo y otra muy distinta vivirlo. Jamás pensé que se iba a quedar tan grabado el día que nos dejaste.
Pero qué te voy a contar si sé que desde ahí arriba lo ves todo. Sabrás también que aquí no hay día que no te recordemos y te llevemos en nuestros corazones. Todos te echamos de menos aunque a veces nos cueste reconocerlo en voz alta.
A mí me cuesta reconocer también que me quedaron muchas cosas que hacer contigo, muchas visitas, muchas meriendas, muchas anécdotas que contarte, muchos regalitos que hacerte.
Nadie habla de lo difícil que es saber que no vas a estar más o que no voy a tener más oportunidad de hacer todos esos planes que acechaban por mi mente contigo.
También es un aprendizaje para tener presente cada día que tengo que aprovechar el tiempo con los que realmente quiero y aprecio.
Tengo la sensación de que se me queda una cosa más en el tintero: te quiero. Es importante decirlo muchas veces durante la vida porque después te arrepientes. Te quiero, te echo de menos y te doy las gracias por haber existido y por haberme dado a lo mejor que tengo: tu hijo, Diego.
Descansa en paz, que has luchado mucho en esta vida.
Muchas gracias por todo Paco.
Atentamente, tu nuera María.
Adiós.
Siempre estarás nuestra mente y en nuestro corazón.