La Caravana Abriendo Fronteras ha llegado este martes a Ceuta. Esta iniciativa solidaria busca denunciar las continuas violaciones de Derechos Humanos que ocurren en la ciudad autónoma por su condición fronteriza del espacio Schengen.
Más de 300 integrantes de la caravana han llegado esta mañana al puerto ceutí, quienes han sido bienvenidos por diferentes organizaciones caballas que trabajan en la defensa de los derechos de los migrantes como ELIN, DIGMUN, Maakum, la Plataforma Feminista y algunos usuarios del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI).
El objetivo de las acciones que han realizado este martes y que continuarán el miércoles son visibilizar las causas de las migraciones, reivindicar el derecho a migrar desde un punto feminista, demandar el cese de las políticas de externalización de la frontera con Marruecos y exigir el cumplimiento del derecho internacional al asilo que proteja la vida de los migrantes. Todo ello desde una óptica feminista, recordando la situación de las mujeres doblemente atacadas por su género y su situación burocrática.
“Vamos a denunciar las condiciones de las porteadoras, su invisibilización, su falta de derechos laborales al tiempo de la situación de las temporeras de Huelva, que sufren acoso sexual y en el empleo”, ha manifestado Mar Rodríguez, portavoz de Abriendo Fronteras, quien ha querido recordar los motivos que llevan a estas personas a emigrar de sus países: “Huir de las guerras y de los bombardeos a sus familias, por violencia política, por la crisis climática y porque quieren cambiar de vida y tienen otros sueños y horizontes”.
Preguntada sobre las condiciones del CETI, Rodríguez ha denunciado que los inmigrantes “se enfrentan a acosos y estrategias de violación de derechos humanos. Se está encerrando a gente que no ha cometido ningún delito salvo migrar en vías muy inseguras”.
La caravana no solo se centra en denunciar la política migratoria de la ciudad de Ceuta, sino la tendencia global de recortar los derechos de la población desplazada en la Unión Europea y en todo el mundo. La misionera Scalabrina y delegada de Migraciones en la Diócesis de Sigüenza (Guadalajara) ha afirmado que este movimiento “visibliza la realidad de una política migratoria de deshumanización global”. “Vienen con nosotras madres de desaparecidos en Centroamérica, Italia, Argelia y Túnez, y esto es una realidad con un costo humano del que poco se habla”.
Almudena Izquierdo, integrante de esta caravana y de otras realizadas en años anteriores, ha incidido en que este colectivo se siente “responsable” para exigirle a las administraciones que sus políticas migratorias son “asesinas”. “Frontex, las alambradas y las vallas matan. Son armas de destrucción de vidas humanas, estamos vendiendo armas y llegando a acuerdos con Marruecos para vender control y seguridad pero no tenemos dinero para Salvamento Marítimo. Así parece que nos lavamos las manos”, ha reiterado.
La marcha ha comenzado en la Estación Marítima del puerto y ha continuado por la carretera nacional hacia la frontera. En su paso por las Murallas Reales se han representado mediante teatro-imagen diferentes situaciones a las que los migrantes se enfrentan en nuestra ciudad.
El recorrido ha concluido en la playa del Tarajal, junto al lugar de los hechos de la tragedia del 6 de febrero. Este encuentro ha querido recordar a todos los migrantes fallecidos, desaparecidos y heridos en la búsqueda de un futuro mejor.
Varios manifiestos leídos por asociaciones ceutíes hacen hincapié en la situación burocrática de desamparo de las personas migrantes, que les aboca a vivir en la clandestinidad. “Entre Ceuta y la Penísula hay menos de 20 kilómetros. Hay gente que pone en riesgo sus vidas puesto que tienen que intentar llegar al otro lado del Estrecho de incógnito, en los ferries o en los bajos de un camión y son pocas las opciones que ven”, reclama uno de los manifiestos leídos
Esta caravana, en definitiva, espera revertir la situación de poca ayuda que tienen las organizaciones de derechos humanos de Ceuta, al tiempo que busca señalar a parte de la sociedad ceutí que generan un clima xenófobo y nada favorable para los migrantes.
“En las continuas redadas, los jóvenes explican golpes, palizas y violaciones de derechos constantes. Amenazas, porrazos e insultos son la relación diaria con las fuerzas de seguridad, a lo que se le añade un clima de hostilidad de la sociedad ceutí en general”, rezaba el comunicado leído por la asociación Maakum.
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