Han comenzado las lluvias en nuestra ciudad y el otoño ya avisa de un invierno que anda a la vuelta de la esquina.
Más que la ropa de invierno deberemos desempolvar los aperos de labranza que, guardados en un botiquín, han pasado un verano interminable.
Alcohol, mecromina, apósitos, algodón, esparadrapo, agua oxigenada, vendas; cualquier producto para una cura de urgencias.
Deberemos presupuestar o hacernos un seguro médico para posibles percances en las calles: Silla de rueda, muletas, cambio de dentadura, gastos de escayola y férulas en manos, pies, brazos y en salva sea la parte.
Somos legión los caídos por Ceuta. Resbalones, pérdidas de equilibrio, batacazos, rular por las cuestas mientras rezas para no quedarte en el sitio o romperte la mismísima crisma en un golpe fortuito.
El parte de guerra en los últimos diez años habla por sí solo: 12 muertes , 260 roturas de brazos, 189 roturas de piernas, 87 caderas afectadas, incontables cortes por todo el cuerpo, 87.321 puntos de sutura y 2.311 piezas dentales que fueron a parar en las aceras del pueblo. Imposible registrar los millones de magulladuras.
El ayuntamiento ha conseguido la mayor pista de patinaje del mundo. Cada vez la va mejorando levantando calle tras calle para conseguir un suelo con más garantías de hostia asegurada.
Así es. Pidan unas castañas en la Plaza de los Reyes, siéntense en cualquier banco o cafetería próxima y no se pierdan las piruetas de los ceutíes que terminarán besando el suelo como antes lo hacía el Santo Padre en su llegada a cualquier país.
Al menos nos ahorramos una pasta en patinetes.
Oigo la lluvia en estos momentos, marcho al trabajo. No sé si ir llamando al 112 para no tener que esperar la cola.