El agradable paseo por la orilla derecha del Danubio, poco antes de encontrarnos frente al suntuoso Parlamento, deja sobrecogido encontrar en el borde, posados en el suelo, sesenta pares de recreaciones esculpidas en hierro, de calzados de hombres, mujeres, incluso de niños. Constituyen un monumento recuerdo a los miles de ciudadanos judíos de Budapest que, a finales de 1944 y principios de 1945, fueron cruelmente ejecutados por los nazis del partido Cruz Flechada. Eran atados por parejas con los cordones de sus propios zapatos que, sin duda para su indigno aprovechamiento por los ejecutores, se habían visto obligados a dejar en el suelo, descalzándose. Los infames asesinos, disparaban sobre uno de los miembros de la pareja manteniendo al otro con vida y los arrojaban al cauce de rio. Se calcula que más de 20.000 judíos sufrieron esta vil ejecución. El monumento fue colocado en abril de 2005 y se ubicó en este lugar simbólico, aunque las ejecuciones se llevaban a efecto por varios sitios de las márgenes del rio. Quienes presencian esta imagen se sienten, sin duda, apesadumbrados por la constatación de la maldad humana, pero sólo puede hacerse un emocionado recuerdo para aquellos tristes poseedores de los simbólicos zapatos que los inmortalizan. Siguiendo nuestro recorrido por Pest, cercana al Parlamento está la Plaza de la Libertad, espacio testigo de momentos históricos en la historia de Budapest. En la actualidad es un lugar de tranquilidad, donde pueden contemplarse edificios como el Banco Nacional y la Bolsa de Valores, con fachadas de estilo neoclásico. Inicialmente, ocupó el espacio un gran cuartel construido por los austriacos en 1786 y demolido en 1867, tras el acuerdo austrohúngaro. En 1886, fue creada la Plaza de la Libertad. Curiosamente, en la misma existe el último monumento con el símbolo comunista, debido a que se construyó como un homenaje a los soldados del ejército soviético que liberaron a la nación de los nazis que la ocupaban. Otro monumento recuerda a los húngaros que perdieron la vida por esa ocupación nazi. Existe una estatua dedicada de Ronald Reagan, por su contribución a la finalización de la Guerra fría y la embajada de EEUU está ubicada, desde 1900,  en el lugar donde estaba el Salón del Comercio Húngaro. Desde 1936, otra estatua está dedicada al general norteamericano Harry Hill Bandholtz, que reprimió a ladrones rumanos que intentaban saquear el Museo de Budapest. Sin lugar a dudas, el impresionante Danubio es el principal protagonista de la caracterización de la ciudad. En consecuencia, los nueve puentes que lo cruzan tienen una significación importante, no sólo como obras de ingeniería sino portadores de una estética que enriquece el bello paisaje urbano de la capital húngara. Fundamentalmente, cuatro de ellos reúnen aspectos históricos y constructivos que, unido a su belleza, deben ser protagonistas de las visitas a Budapest. El impresionante Puente de las Cadenas, une Buda y Pest y fue el primero que cruzó el Danubio en todo el país. El desplazamiento entre ambas partes de la ciudad, hasta el siglo XIX, sólo podía hacerse en barco aunque en los fríos inviernos permitía caminar sobre el hielo de sus aguas. Fue precisamente una iniciativa del conde Istvan Széchenyi− posiblemente incentivada por la dificultad que experimentó para asistir al entierro de su padre− lo que motivó la construcción de un puente que superara la incomunicación. Incluso ofreció sus rentas de un año para su financiación. Como Ministro de infraestructuras, visitando Londres, la visión del puente suspendido de Hammersmith sobre el Támesis, le inspiro para la construcción del de Budapest y encargó su diseño al ingeniero escocés Adam Clark. Bajo su dirección se iniciaron las obras en 1839 y fue inaugurado, diez años después, el 20 de noviembre de 1849. Oficialmente el puente se llama Széchenyi en honor a su promotor, con una estatua del mismo y una plaza con su nombre a la entrada en Pest. A la salida del mismo, en Buda, otra plaza se denomina Adam Clark por su ejecutor. Conocido popularmente por el Puente de las Cadenas, es un puente colgante con dos grandes torres o pilonas de piedra a cuyos lados se sujetan los cables de suspensión. Sin embargo, estos fueron realizados con cadenas construidas por placas de hierro forjado unidas por grandes remaches, de ahí el nombre con el que se le conoce. Tiene 375 metros de largo, casi 16 metros de anchura y un vano central de 202 metros. Su estructura pesa cerca de 5.200 toneladas y en su inauguración fue uno de los más largos del mundo. En la II Guerra Mundial, durante la retirada de los alemanes en 1945, se dinamitaron las instalaciones del puente y tuvo que ser reconstruido, inaugurándose su nueva imagen el 21 de noviembre de 1949, a los cien años de su construcción original. En la actualidad y desde marzo de 2021, se está procediendo a la corrección de daños estructurales y a la recuperación de sus aspectos constructivos, monumentales y decorativos. En 1853 se colocaron en su estructura cuatro estatuas de leones, una pareja a cada lado del puente, que según la tradición son los guardianes que tomarán vida cuando el país se vea amenazado. Sus lenguas son difícilmente visibles y da la sensación de carecer de ellas. Una leyenda urbana, de dudosa credibilidad, mantiene que, en la inauguración, parte del público se mofó del presunto olvido del escultor por este detalle y el compungido artista se suicidó arrojándose al Danubio desde el puente. Es un símbolo de la ciudad, representado en monedas, billetes y sellos de correos. Está adornado con bellas farolas que proporcionan un impresionante e iluminado espectáculo nocturno, contemplándolo desde la colina de Buda y otros puntos de la ciudad. El segundo puente construido en la ciudad es el Puente de Margarita o Margit Hid en la denominación oficial, en honor a la hija del rey Béla IV. Une Buda y Pest mediante dos tramos que convergen en la isla Margarita formando un ángulo de 165 grados, dándole una forma quebrada. Construido por un ingeniero francés entre 1872 y 1876 su longitud es de 637 metros de largo y 25 metros de ancho, con 6 vanos de 6 cuchillas cada uno y adornados sus tajamares de los pilares, con esculturas procedentes de un taller de París. Al final de la II Guerra Mundial, sufrió la destrucción parcial por parte de los alemanes y cuando ésta acabó fue reconstruido utilizando, anecdóticamente, parte del acero del original extraído del fondo del rio. A principios del 2000, el puente no presentaba buenas condiciones y en 2009 se procedió a su mejora y renovación abriéndose al público en el 2011. Una luctuosa característica ensombrece la historia del puente, ya que cuando se inauguró el original y no sé si continua en la actualidad, se convirtió en el lugar preferido por las personas que decidían quitarse la vida, arrojándose desde él al Danubio. A finales del XIX, sólo existían el Puente de las Cadenas y el de Margarita en el centro de Budapest. Con la recaudación de los peajes de ambos y de otro de utilización ferroviaria existente, se decidió construir un tercer puente peatonal. Se encargó la construcción del mismo a un ingeniero húngaro que diseño un puente en voladizo con un vano medio suspendido, a base de hierro fundido y utilizando las técnicas que se emplearon en la torre Eiffel. Comenzó su construcción en 1894 y en solo dos años quedó terminado para su inauguración coincidiendo con la celebración de la Exposición del Milenio, en 1896. Se denominó Puente de Francisco José, en honor al emperador, que además había realizado la finalización del último remache, de plata, sobre la estructura de hierro. Realizado al sur del centro de la ciudad, es el más corto, con solo 334 metros de largo y una anchura de 20 metros. Comunica la zona de Pest, del Mercado Central y la Universidad Corvino, con la colina de la Ciudadela. Presenta un estilo art nouveau y en los mástiles que salen de los cuatro apoyos, cada uno está coronado con una bola dorada sobre la que descansa, en bronce, un ave mitológica húngara llamada turul, especie de águila que la tradición mantiene que sirvió de guía al rey magiar Arpad, desde los Cárpatos a la llanura del Danubio. Un escudo de armas de Hungría adorna también el puente, que presenta un vistoso y elegante color verde en toda su estructura. Los bombardeos de la II Guerra Mundial en 1945 afectaron al puente original, pero fue el primer puente reconstruido en Budapest y reinaugurado en 1946 con el nuevo nombre de Puente de la Libertad, Szabadság hit en húngaro. Su elegancia constructiva, su color y el encendido de las luces que lo adornan, constituye un bello espectáculo al atardecer. Según me dijeron, una creencia popular preconiza que debe cruzarse andando a la vez que se pide un deseo. Entre 1897 y 1903 se construyó el cuarto puente para vehículos entre el de las Cadenas y el de la Libertad, en la parte más estrecha del Danubio a su paso por la ciudad. De estilo ecléctico y una luz de 290 metros, 378 metros de largo total y anchura de 11 metros, con aceras de 3,3 metros, fue en su época el puente colgante más largo del mundo. Por solicitud de los propios habitantes de Budapest se le impuso el nombre de Puente Elisabeth, en húngaro Erzsebét hid, en honor de su querida –mucho más que en la propia Viena−reina Sisi, esposa de Francisco José y asesinada en 1898 en Ginebra. Lamentablemente, fue completamente destruido en 1945 con la retirada alemana y no fue reconstruido, sino que se realizó una estructura de nueva planta, diferente al original. De cable, con estilo brutalista moderno, sencillo y funcional, pero aprovechando los pilares de apoyo. Su construcción duró tres años, de 1961 a 1964, inaugurándose el 21 de noviembre de ese año, con la misma luz y mayor anchura. Su elegante color blanco, le proporciona una gran vistosidad. Se inicia en Pest y acaba al pie de la colina Gellért que lleva a la Ciudadela. Además del nombre impuesto en honor a Isabel de Baviera, el gran cariño de los húngaros a la reina emperatriz, impresionados por su asesinato, motivó erigir un monumento con su imagen al lado del puente. Inicialmente se colocó en la entrada de Pest, pero en los bombardeos de la II Guerra Mundial resultó dañado y hubo que restaurarse. En 1957, una gran escultura con su figura se ubicó en un jardincito en la base del puente, pero en la salida a Buda, donde puede contemplarse en la actualidad. Un lugar emblemático por su singularidad, es la isla existente en el cauce del Danubio, hacia el norte del corazón de la ciudad. Antiguamente era un coto de caza para la nobleza, posiblemente por la abundancia de conejos, ya que incluso la denominaban isla de los Conejos. Desde 1870 se constituyó en un área de recreación y esparcimiento, de aproximadamente 1 km cuadrado de superficie, como frondoso espacio verde. La comunicación es muy accesible a través del citado Puente Margarita. Precisamente caminando a la entrada del mismo, coincidimos con una chica marroquí pintora que vivía en Budapest y venía de una exposición de sus cuadros que había presentado. Charlamos con ella y amablemente nos regaló una de sus pinturas que tituló Lines and colors Budapest. Lo he colocado en mi apartamento de Ceuta, en honor a la vecina nacionalidad de la autora. El nombre de la isla −Isla Margarita− procede del de la primera hija de rey Bela IV. Prometió que, si vencía a la invasión mongola, ofrecería a su hija a Dios. Cuando nació Margit, Margarita, la confió con cuatro años a las dominicas de un monasterio, donde profesó a los doce en 1254. Posteriormente, el rey mando construir un convento en la isla del Danubio, adonde se trasladó su hija, con veinte años, con otras monjas. Margarita profesó como monja, rechazando obtener la dispensa del voto para casarse con un noble. Lo cierto es que falleció en el convento en 1270, aun es venerada en Hungría como Santa Margarita, dando nombre a la isla y posteriormente al puente. La paz y tranquilidad del lugar permiten un agradable paseo e incluso la contemplación de diferentes aspectos en su interior. La Torre del Agua fue la primera construcción en Budapest de hormigón armado. Luce un  estilo art nouveau, fue inaugurada en 1913 y está protegida como Patrimonio Mundial. Se eleva hasta 57 metros de altura, con un depósito de 600 millones de litros, en la actualidad fuera de uso. Las ruinas del convento del siglo XIII, donde falleció Margarita y se encuentra su tumba, junto con la Capilla de San Miguel, antiguo monasterio, de estilo románico del siglo XII y su antigua campana del siglo XV, son lugares a visitar. La Fuente Musical con una superficie de 1.000 metros cuadrados de agua, alrededor de una piscina de 36 metros de diámetro, eleva su chorro, iluminado de colores en la noche, al compás de la música, a 25 metros de altura. El pozo Bodor, con hilo musical todo el día, reproduce el primero de su tipo construido en 1822. El Paseo de los Artistas, con 40 bustos de escritores y músicos húngaros y el Monumento al Centenario, son también motivos del paseo por la isla. La caída del comunismo y la privatización de edificios, motivó que se adquieran muchos, propiedad del Estado, en la zona del barrio judío de Pest, por sus bajos precios. Fundamentalmente se hizo con interés especulativo y al no ocuparse los nuevos propietarios de su deterioro y mantenimiento, muchos de ellos quedaron vacíos y abandonados. Hacia el 2002 surgió, parece ser entre un grupo de estudiantes, una original idea que consistió en alquilar a muy bajos precios lo que quedaba de estos edificios, a punto casi de su demolición y sus pequeños patios, decorándolos con mobiliario usado, chatarra de vehículos, adornos y objetos abandonados. Los convirtieron en los que llamaron ruin pubs o bares ruinas, que tuvieron una impresionante acogida entre la bohemia, gente joven, intelectuales e impenitentes noctámbulos. En la actualidad son unos de los lugares alternativos− de abigarrada decoración, sin paredes vacías− más concurridos en la vida nocturna e incluso diurna de la ciudad, acogiendo también en ellos actos culturales y actuaciones musicales.

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