El cuentakilómetros de la bicicleta de Bambang Hertadi Mas marcaba 3.172 kilómetros cuando llegaba a la Plaza de África, en pleno centro de Ceuta.
Este ciclista indonesio partió hace ya varias semanas desde Bruselas, y pretende llegar antes del día 14 a Casablanca. “Es que desde allí vuelo a Abu Dabhi, y luego a Indonesia. Tengo ya el billete cogido, y debo darme prisa”, explicaba ayer entre las calles de esta ciudad por la que ha tenido un paso fugaz. Por la mañana llegaba, y a mediodía enfilaba ya la carretera hacia la frontera del Tarajal.
Dice Bambang que tiene 52 años y que desde hace 35 emprende este tipo de viajes. “Crecí yendo en bicicleta, y por ejemplo fui a dos ruedas a la universidad, en otra provincia. A partir de ahí, primero las diferentes islas de mi país. Después, Asia. Y por último, el resto del mundo”. Sus piernas han pedaleado por los Andes, Tierra del Fuego, incluso el propio Kilimanjaro. La Paz o Estambul son ciudades que sus ruedas han pisado.
Y, sin embargo, este diseñador gráfico que vive al oeste de la isla de Java afirma que este ha sido uno de los viajes más duros. “Tuve que coser la rueda delantera cuatro veces debido a pinchazos. La travesía desde Portugal hasta el Sur de España fue durísima; por fin llegué a Sevilla y pude comprar un nuevo neumático. Ahora va bien”, explica. A los problemas técnicos, se añadieron las altas temperaturas. Ha cruzado precisamente el centro de la Península en días con alerta por altas temperaturas. “Tuve complicaciones con la deshidratación, el sol pegaba muy fuerte y no estaba preparado para ello”, afirma Bambang.
Cada año por vacaciones elige una ruta, y lo hace movido por encontrar algo diferente. Ver los sitios, probar la comida. De este viaje se queda en su retina con las calles de Salamanca, en especial su Catedral. “El año pasado comencé en Alemania y terminé en Turquía. Esta vez tenía ganas de recorrer Europa de norte a sur, pero acabando en África y por la parte oriental, que no había visto”, cuenta este ciclista de largas distancias que tiene que aprovechar las vacaciones para llevar sus rutas, que cada vez se han hecho más habituales. “Al principio, solía hacer un viaje de estas características cada dos años. Ahora, uno cada año”.