Con la excepción de las películas del director Ken Loach, representante del realismo social británico que retrata la otra cara de los británicos, es decir la que muestra la desigualdad de esa sociedad que está en su mayor nivel desde hace 100 años , el cine británico, por lo general de gran calidad, muestra, centrándose en el espejo de los ingleses que han sido los ciudadanos del Reino dominante en la Islas Británicas, una sociedad de gran clase, es el 1% de la población que detenta el 27% de la riqueza, todos ellos cultísimos, mayordomos incluidos, que se visten de etiqueta todas las noches para cenar, que salen a pasear con su bombín y su paraguas, que acuden a clubes privados donde recuerdan sus hazañas de cuando estaban en la India y les llamaban continuamente “sahib”, como dominaban su imperio, las aventuras de su Armada famosa, rellena de piratas, recuerdo del mismo es la gran nación de Gibraltar. Por supuesto, el único idioma que dominan es el inglés, ya que gracias a su hermano norte americano, se habla en todo el mundo por lo que no pueden disponer de tiempo para aprender otras lenguas, lo que les hace igual de analfabetos que los que no dominan la suya, pero se permiten el llamar inculto al que no hable la suya. Disponen de una bella parcela muy llana y verde, con la excepción del norte de Escocia, pero también disponen, a pesar de todos los esfuerzos que hacen a base de rogatorias anglicanas, de un horripilante mal tiempo. Por ello, los tenemos en todo el mundo, incluso en nuestro Mediterráneo, donde tienen emisoras de radio, periódicos, clubes y hasta tiendas donde venden muebles y ropa de segunda mano. Todo sea por el imperio.
Acostumbrados como están a haber sido dominadores de alguna parte del mundo, les cuesta, a pesar de su pragmatismo, el trabajo en equipo. Las reglas deben ser marcadas por ellos, en caso contrario, abandonan el asunto en lugar de, aunque descontentos, lograr una propuesta razonable común, incluso basada en la suya. Ahora toca la separación de la Unión Europea.
He de reconocer que me equivoqué cuando señalé que el Reino Unido no aprobaría mediante referéndum su salida de la Unión Europea, pero a que a consecuencia de su permanencia solicitaría mayores concesiones. La aceptación por el 52 % de la población votante de la salida de la Unión Europea, la dimisión del primer ministro, Sr. Camerón y la llegada de la señora Theresa May, abren una serie de interrogantes en la economía europea que los británicos van a intentar inclinar a su favor: limitar la inmigración; poder negociar libremente acuerdos comerciales con países de otros continentes ; sacar a su país de la jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia y para mí, el más importante, el continuar en la Unión Aduanera. En su conjunto, todo es incompatible con la permanencia dentro del mercado único que exige el libre movimiento de trabajadores como condición imprescindible para el libre intercambio de bienes y servicios.
La limitación en la inmigración no se circunscribe a los ciudadanos provenientes de países extracomunitarios, en los que ciertamente debería haber habido un consenso de no haber sido por la ceguera inicial de la Señora Merkel que abrió los brazos” urbi et orbe” sin calibrar lo que se le venía encima. Los británicos aprovechando la ola de rechazo que supone abrazar a todo el mundo y que en el Reino Unido como no es necesario llevar una pieza documental identificativa por lo que un “bobby” no puede arrestar a ninguna persona que muestre sus bolsillos vacíos, el péndulo se quiere conducir al otro extremo por lo que la Señora May tiene la intención de solicitar qué empresas contratan extranjeros, entre los que nos encontramos el resto de europeos, cuantos y por qué, con objeto de penalizarlas y así contribuir a la contratación de los nacionales. ¿Habrá que penalizar entonces a los británicos que en España y en el resto de Europa tienen tantos negocios o trabajan en empresas europeas con objeto de mantener el equilibrio en la justicia laboral? La secretaria de Interior del gobierno británico Amber Rudd ha propuesto castigar a los bancos y a los arrendadores que no realicen controles a los extranjeros con quienes hacen negocios. Su compañero de Hacienda Philip Hammond señaló que el voto del Brexit fue una llamada para imponer un control más firme sobre la inmigración, esperando reducirla de los más de 300.000 que llegan a menos de 100.000 anualmente.
En mi opinión, las barreras arancelarias y los aspectos económicos que conllevan son los problemas más importantes de las negociaciones y en los que habrá que estar muy firme. Las limitaciones logísticas no deben considerarse importantes y dada su estructura como isla que le permite un gran dominio de las rutas marítimas en relación con el resto de Europa las limitaciones logísticas se podrán producir en el control aduanero de las mercancías que transporten los camiones que atraviesan el euro túnel. El Reino Unido no pertenece a la Unión Monetaria y es el mayor socio comercial de los Estados Unidos de América con el que en la actualidad ,la UE, está negociando el Acuerdo Trasatlántico sobre el Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) y aunque las barreras arancelarias son relativamente pequeñas, su principal objetivo es el de eliminar barreras reguladoras que limiten los beneficios potenciales de las corporaciones transnacionales ( derechos sociales, medio ambientales, derechos laborales, nuevas garantías en el ámbito bancario, normas de seguridad alimentaria, regulaciones sobre el uso de sustancias químicas tóxicas) por lo que además de eliminar barreras arancelarias tratan de equiparar la normativa entre las dos partes, por lo que se producirá el hecho de que el comercio entre la EU y el Reino Unido esté sometido a aranceles, así como los intercambios entre los Estados Unidos de América y el Reino Unido, al quedar fuera de ese Tratado por no formar parte de la UE, aunque se espera que el nuevo Presidente de los EUA, siendo favorable al Brexit, conceda un estatus al Reino Unido similar al pactado con la UE, entonces el Reino Unido por esa parte “norte-americana” debería reconducir su normativa.
Al Reino Unido, un país de 64 millones de habitantes, no puede interesarle perder la relación comercial con una Europa que representa a 500 millones de habitantes. La recíproca también es cierta, Europa no puede perder un mercado de 64 millones de clientes. Este es el verdadero nudo gordiano de las negociaciones. Habrá que ver sector por sector, y arancel por arancel que es lo que le conviene a la EU, por lo que habrá que examinar las propuestas del Reino Unido que intentará mantener una posición más ventajosa que la que tienen países que mantienen uniones aduaneras con la UE, en relación con determinados productos (Turquía, Andorra, San Marino).
De acuerdo con el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea existe un periodo de dos años desde la petición oficial para negociar las condiciones de salida como miembro de la Unión, que aún no se ha producido, pudiéndose ampliar dicho plazo si a su fin no se hubiese llegado a un acuerdo y el resto de países lo acepta por unanimidad.
Parece ser que el 40% de los británicos desean un Brexit de una forma radical, a pesar de que la libra se ha depreciado un 13 % frente al euro desde que se produjo la votación del referéndum y fija mínimos respecto del dólar desde 1985 en contraste con la subida del 2,5 % después de que la primera ministra británica anunciara ante los embajadores europeos su estrategia para salir de la UE: Un Brexit duro, lo que significa recuperar la soberanía del Reino Unido a la hora de promulgar y revisar futuras leyes, controlar la inmigración europea, preservar los derechos de los 3,3 millones de europeos y de los 1,5 millones de británicos que viven en la UE, proteger los derechos de los trabajadores británicos, salida del mercado único para no tener que respetar la libertad de movimiento de personas ni tener que aportar nada al presupuesto de la UE y en su lugar firmar un acuerdo bilateral de libre comercio, alcanzar nuevos acuerdos comerciales con otros países de otros continentes como EUA, Australia o India, ejecutar el Brexit de una manera ordenada pudiendo concluir las negociaciones en marzo de 2019. May no quiere que la UE interfiera en su política de inmigración por lo que quiere recuperar el control absoluto de sus fronteras, pero si el Reino Unido no respeta la libre circulación de personas no puede haber opción para disfrutar de las ventajas del mercado único. Bien, pues ese es el objetivo británico, que se le considere con los privilegios de estar incluidos en el mercado único y en la unión aduanera como miembro con todos los privilegios, sin que tenga que contribuir al presupuesto comunitario, controle sus fronteras, promulgue sus leyes sin que pueda haber Tribunal de Justicia que las revoque. De las cuestiones de déficit y de deuda ya se preocuparán ellos por la cuenta que les tiene. En suma, todos los privilegios de estar en la UE, sin ninguna responsabilidad. Si no se les concede, Theresa May amenaza con convertir su país en un paraíso fiscal para atraer inversiones al Reino Unido. De nuevo aparecen los piratas. Y es que estos británicos tienen un mal comer debido a su pobre gastronomía y como su comida es muy mala, pidamos la carta: ¿Brexit?, la carta por favor.