Creo recordar que ha pasado ya un año desde que Caballas llevó a pleno una pregunta sobre la protección de bienes culturales de la ciudad. Fue después del incendio en el castillo de San Amaro y tras las oportunas denuncias que apuntaban al abandono ya no de este punto sino de otros de interés patrimonial. La respuesta del PP fue la lectura de todos aquellos bienes que tenemos y las promesas de una actuación sobre ellos o mantenimiento de los que ya, decían, estaban cuidados. Ha pasado tiempo y la visión es la misma, la del abandono. Del castillo de San Amaro se dijeron muchas cosas, se dio publicidad a cuantiosas acciones previstas... hoy la visión es contraria: nada se ha hecho, sigue cayéndose a pedazos para sonrojo de los vecinos de la barriada y de quienes acostumbran a pasar por allí casi a diario.
En el cuartel de las Heras sucedió algo parecido. La única parte del edificio que se salvó porque está protegida está muriéndose poco a poco. El último paso que se dio fue mandar a Obimace que cerrara los accesos con ladrillos. Hoy sigue siendo cobijo de jóvenes para la práctica del botellón e indocumentados. Si pretendían bloquear la entrada con ladrillos no lo han conseguido. Vemos como poco a poco se está perdiendo un bien protegido hasta que llegue el momento en el que nos sorprenda un derribo sustentado en la seguridad de los peatones. Es la forma simplista y abusona de actuar: dejo que ese bien se vaya deteriorando hasta que al final me apoyo en la seguridad pública para derribarlo.
Podemos enumerar muchos casos, porque hay, tristemente, demasiados. Casos de bienes que están agonizando y otros tantos casos de derribos ejecutados por la Administración a pesar de las denuncias de los ecologistas que nunca han obtenido respuesta. No sé qué se pretende con esta actitud, ni qué respuesta espera dar la Administración cuando se le reclamen resultados o cuando cualquier formación política le vuelva a preguntar en sesión plenaria qué se está haciendo. Imagino que la respuesta será eso de ‘estamos trabajando’, aunque las imágenes que usted puede ver dándose un paseo por la ciudad muestren todo lo contrario. Lo grave de esta situación es que estamos terminando por eliminar el patrimonio que debiéramos esmerarnos en proteger porque sencillamente es una deuda que tenemos con nuestros hijos.