Que esta legislatura que dejamos atrás ha sido la de las broncas, nadie lo puede discutir. Hacerse un hueco hasta en las pantallas de las televisiones nacionales con los reiterados shows, alborotos, amenazas e insultos entre los diputados de la Asamblea de Ceuta ha sido su tónica de principio a fin.
Esta actitud frentista a la que finalmente todos los partidos de la Asamblea se han apuntado parece salir rentable a unos y a otros dentro de la ola de populismo irracional en la que estamos. Son los gestos y no los hechos lo que adquieren primacía. Unas voces, a ser posible estridentes e irrespetuosas, parecen contar más que una serena exposición de argumentos.
En este periodo electoral que se abre, los dos partidos hoy mayoritarios, conservadores y socialistas, parecen trasladar ese enfrentamiento a otro ámbito. Más allá de promesas –tan expertos ellos- y de propuestas –ellos, ambos gobernando, que más bien deberían explicar por qué nos las han llevado a cabo hasta ahora- han empezado a hacer uso del filón de enfrentar al centro con la periferia y viceversa. Los planteamientos de campaña tanto de PP como de PSOE empiezan a basarse en generar y aprovecharse esta oposición centro y periferia, haciendo cada uno de ellos de cada zona su trinchera.
Ellos que han hecho bandera de la Convivencia -valor que desde Ciudadanos compartimos- no dudan en reforzar su respaldo electoral fomentando una nueva división entre los ceutíes.
Ciudadanos es un partido profundamente liberal. Los que en él estamos creemos firmemente y defendemos la libertad de todos y cada uno de nuestros convecinos para, siempre dentro de la Ley, opinar y pensar lo que estimen oportuno. Defendemos nuestras propias ideas, pero respetamos a los que tienen otra opinión. El diálogo y la colaboración, persiguiendo una política realista y efectiva cuyos frutos realmente mejoren la vida al ciudadano ha sido siempre nuestra línea de acción.
Puede que la polarización y el enfrentamiento salgan políticamente rentable pero nuestra Ciudad es lo que menos necesita. Subrayar lo que nos separa en lugar de lo que nos unen, jugar a blanco y negro, o azuzar enfrentamientos entre colectivos religiosos, raciales o económicos puede abrir heridas, también en tiempo de elecciones, que no siempre se cierran. Nosotros nos negamos. Añadir otra fractura entre ceutíes, al servicio de sus intereses electorales, sólo puede terminar beneficiando a los que nos acechan.
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