A los problemas que hay para cruzar la propia frontera, con las limitaciones y restricciones cada vez más rigurosas por parte de las autoridades marroquíes, también se suma lo azaroso del clima: la borrasca ‘Gloria’, que ha dejado lluvias constantes esta semana en Ceuta y en gran parte de la Península, ha provocado que el tramo de obras que se están acometiendo justo antes del desvío hacia el embolsamiento se haya convertido en algo parecido a un rally para peatones.
La estampa de ayer viernes, uno de los días relajados en cuanto a presión fronteriza y tránsito de personas, ha evidenciado las dificultades que hay para superar los distintos obstáculos provocados por unas obras que avanzan a ritmo lento.
Una mujer con un carro de la compra cuyas ruedas se hundían en la mezcla de barro y cemento; personas que buscaban puntos de apoyo (como un trozo de madera en mitad del camino o las recurridas planchas de metal dispuestas por los operarios) con los que poder superar unos metros de camino impracticable.
Añadido a eso, se suma que la obra a esta altura también ocupa el lado sin asfaltar: cuando los obreros trabajan en él, los viandantes tienen que andar por una calzada estrecha, de un solo carril por sentido y por el que pasan vehículos a centímetros de los peatones.
No es solo por un sentido: hay personas que, en vista de la dificultad para andar por la parte ancha de la acerca, deciden ir por el lado más cercano a las obras próximas a los establecimientos anexos, donde directamente no hay acera habilitada.
Todo con tal de evitar el trayecto de decenas de metros anegados de agua. En condiciones climatológicas normales, este tramo de camino es fácil de salvar; la de ayer fue una jincana en la que salvar el calzado y las pertenencias.
De igual manera, estas obras están dejando una huella en los comercios más próximos a ella: el descenso de personas que se aprovisionan antes de cruzar en dirección a Marruecos, debido en gran parte a la orden de requisar todo material proveniente de Ceuta, es una herida en la economía de nuestra ciudad y, en especial, de la mayoría de empresarios de las barriadas próximas al paso fronterizo.
Semáforos invisibles
La obra de la carretera de la frontera se está acometiendo en varios tramos: también a la altura de la pasarela de Miramar, actualmente, se están desarrollando trabajos de remodelación de calzada y acerado. Por este motivo, solo hay un carril operativo con unos semáforos temporales instalados en cada extremo de la carretera cortada.
Aun con estas medidas, algunos conductores obvian los semáforos y continúan un camino que acaban dando media vuelta.
De hecho, a finales de este mes hará justo un año del comienzo de los trabajos para la remodelación integral de la N-352 que anunció la Delegación de Gobierno. Los planes previstos para este proyecto de gran calado (ya que supone modificar la fisonomía de parte de las barriadas por las que pasa la carretera) incluyen ampliar a cuatro carriles, dos por sentido, el vial.
El pasado 7 de mayo se procedió a la instalación de la pasarela más próxima al paso fronterizo.
Al estado actual, hay que sumar los distintos contratiempos que se han ido encontrando los trabajadores y las personas que pasan a diario, en una obra que va camino de dejar una huella imborrable.