Se llaman Diallo, Baldé y Barry. Los tres son de Guinea Conakry y tienen en común que todos ellos han conseguido saltar la valla en estas últimas semanas. Esa línea perimetral que separa Ceuta de Marruecos y que ha dejado atrás las concertinas para albergar unos nuevos elementos, los peines invertidos que sortean usando generalmente ganchos para ayudarse a trepar con mayor facilidad. Tienen 18 y 19 años y ahora, en el CETI, esperan la oportunidad para marchar a la Península junto a la pequeña comunidad de compatriotas que habita este centro, una minoría en comparación con los magrebíes.
Cuando Diallo cruzó cuenta que tuvo que sortear primero las concertinas del lado marroquí, después saltó la doble valla agarrándose como pudo a los peines. Tres barreras, una detrás de otra, ayudándose de un gancho. Confiesa que no es fácil, que dios le ha ayudado a llegar a nuestra ciudad ya que ha tenido que sortear muchos impedimentos. “Realmente no es fácil pasar a Ceuta”, explica Diallo Mamadou. Él lleva varias semanas en el CETI, adaptándose a un centro en el que la amplia mayoría de residentes es de origen marroquíe o argelino. Su llegada ha sido posterior a la de otros compatriotas que consiguieron hacer lo mismo: sortear unas zonas que ahora mismo siguen en obras y en donde los obreros continúan en las labores de colocación de tubos y elevación del vallado actual después de la retirada de las concertinas.
Vivir en Marruecos no es nada fácil. Baldé Thierno y Barry Ousmane cruzaron con tres compatriotas más hace solo una semana a Ceuta. Formaban un grupo de seis, pero solo cinco pudieron pasar ya que uno de los compañeros fue interceptado por los agentes marroquíes. Al saltar la valla se vieron protegidos, corrieron hacia el monte hasta que la Guardia Civil los localizó. Aseguran que no fue fácil pero consiguieron el cruce aunque tuvieron que dejar atrás a su compañero. En las manos guardan alguno de los cortes que se produjeron al cortarse con la alambrada que sigue instalando Marruecos mientras España la retira asistiendo con complacencia al blindaje vecino.
"No es fácil, cruzaron la valla de Marruecos antes de pasar la doble barrera”
Cuentan que primero se toparon con algunas concertinas hasta que llegaron a lo que ellos llaman ‘la barrera’ y la saltaron, mientras dejaban atrás a su amigo del que nada saben ahora. En el salto se encontraron con hierros doblados difíciles de sortear, pero cogieron fuerzas para pasar al lado español y huir. Insisten en que no es fácil, pero tampoco resulta imposible. El ejemplo lo personifican ellos: están aquí.
Tras haber estado en la nave del Tarajal guardando cuarentena ahora se encuentran en el CETI, pero recuerdan a los compañeros que han dejado en un periplo que se antoja complicado, sobre todo porque en Marruecos las redadas indiscriminadas continúan. Se detiene a hombres, mujeres y niños en los barrios de distintas ciudades para expulsarlos a la frontera más alejada. Los que permanecen solo tienen en mente cruzar una valla que han visto en vídeos y que ha variado su aspecto en el último año y medio.
En ciudades como Tetuán, Rabat o Tánger se están produciendo redadas
Para los que habían escuchado hablar de las concertinas, de otras entradas complicadas, ahora les llega el nuevo escenario basado en el plan Marlaska para blindar Ceuta.
En las ciudades de Rabat, Tánger o Tetuán, de vez en cuando se producen entradas de los agentes en busca de inmigrantes, los arrestan sin tener miramiento con embarazadas o niños. Las oenegés han denunciado su detención, retención en campamentos improvisados para luego expulsarlos por la frontera sin preguntar si se trata de adultos o menores, solicitantes de asilo o sufren de algún tipo de persecución.
De todo eso huyen quienes después se aventuran a cruzar fronteras o a emprender expediciones marítimas con tal de alcanzar las costas, aunque sea arriesgándolo todo.
Chupiiiii... Mano de obra cualificada que va a pagar pensiones. Los tres primeros ingenieros aeronáuticos que llegan..
Que bonito, se me.saltan las lágrimas........