Francisco Lagares Velazco, anterior dueño del ‘Bar Apolo’ durante 41 años, lleva toda una vida dentro del mundo de la hostelería. Esta fue desarrollada en dos ciudades; en primer lugar Tetuan, dónde empezó con nueve años fregando bares; segundo en Ceuta, dónde se convirtió en el propietario del ‘Bar Apolo’.
Su época en Tetuán duró más de cuarenta años, llegando incluso a comentarle un comisario de aquellas tierras que “yo ya tenía historia en Tetuán, en Marruecos”. Regentó dos bares que eran de su propiedad: ‘El Antiguo Italiano’ y ‘La Casa de España’. El primero se trataba de un restaurante “pequeñito pero con gran fama” debido a que “recibía la visita de la élite ceutí”. El segundo era el restaurante localizado dentro del Centro Militar.
Esta etapa finalizó cuando en “Tetuán, una vez dada la independencia y teniendo a mis hijos estudiando en Ceuta, decidí que lo mejor era trasladarme allí y comenzar de cero”, relató Lagares a El Faro de Ceuta.
Consiguió ese nuevo comienzo que tanto buscaba al presentársele la oportunidad de comprar el ‘Bar Apolo’, el cual “tuvo un anterior dueño durante un año y medio” que quería venderlo y con el que llegó a un acuerdo que se basó en pagarle el traspaso.
Lagares acumuló una gran cantidad de bellos momentos acontecidos dentro de la cafetería. “Una de las cosas que más me ha gustado es lo bonito que me parece estar en la barra, me siento muy agusto detrás de ella y siempre aprendo”.
La buena gestión de Lagares se ve reflejada en cómo el ‘Bar Apolo’ “ha ido a más. Nosotros le dimos un cambio a esto y estoy muy ogulloso del resultado”. Tal es así que ha conseguido que el bar perdure durante décadas convirtiéndose en el “establecimiento más viejo que hay aquí”.
Hace un año y medio que Francisco dejó de ser propietario pero siente que “en parte sigue siendo mío porque es mi hijo el que se está encargando de llevarlo”. El afecto que siente Lagares hacia su hijo es notable y se hace palpable en la total confianza y admiración que siente hacia él. “Incluso con cómo está la situación, mi hijo se está defendiendo muy bien. Es un gran trabajador y si no se cansa estoy convencido de que podrá sumarle al bar otros 41 años”, aun así entendería que se desfalleciese ya que “es un trabajo muy esclavo, entras a las siete de la mañana y te vas a la una de la madrugada”.
Para Lagares, que un bar permanezca en el tiempo es sencillo, se trata de “atender al cliente y darle lo que se merece” junto a poseer “una buena calidad” en lo que a mercancía concierne”. “Siempre hay que estar pendiente del cliente, que no llegue a la barra y se aburra esperando a que le atendienda”.
Son tiempos difíciles para los negocios, se ven obligados a reducir su capacidad tras cuatro meses cerrados. Aun así, “poquito a poco pero bueno, se va avanzando” ya que “aquí puede que hayamos tenido malos momentos pero siempre hemos tirado hacia adelante”.
Lagares finaliza pidiendo a “los inteligentes” que “saquen pronto una cura y se pueda volver a la normalidad” que es lo realmente importante en estos momentos.