Entre 200 y 300 porteadoras corrieron en tropel de la playa del Tarajal a la Aduana española para hacerse con los primeros puestos en la fila. Al anochecer, los camalos se agolparon a lo largo de la N-352 al no poder sacar los productos a Marruecos.
El caos volvió a sacudir en la mañana de ayer los aledaños de la frontera del Tarajal, tras dos semanas en las que el puente del Biutz ha permanecido cerrado por las fiestas navideñas.
El momento de mayor inestabilidad tuvo lugar pasadas las 9:00 de la mañana, cuando entre 200 y 300 mujeres echaron a correr en avalancha desde la playa –donde el Grupo de Reserva y Seguridad de la Guardia Civil (GRS) las acumulaba– hasta la Aduana. Su objetivo: ser las siguientes en pasar mercancías por el Biutz. Las primeras lo habían conseguido poco antes. Fueron aquellas que pernoctaron este domingo en Ceuta –y algunos aseguraron que incluso el sábado– envueltas en cartones y soportando el frío de la noche con tal de asegurarse un puesto aventajado en la fila al día siguiente.
Las porteadoras aprovecharon que los guardias permitían a un pequeño grupo el acceso a los polígonos para, en tropel, romper el orden de las filas y presionar a los agentes en la frontera. Algunas mujeres sufrieron desmayos durante las aglomeraciones pero, por fortuna, nadie resultó herido de gravedad. Los percances sufridos tampoco requirieron de la atención de los servicios sanitarios, a tenor de la ausencia de ambulancias en la zona. No obstante, en los aplastamientos por hacerse con un hueco en la cola pudieron verse desfallecimientos –simulados o no–, rostros de angustia y empujones entre las féminas.
Al producirse la avalancha en la playa del Tarajal, decenas de porteadoras inundaron la carretera nacional N-352 poniendo en riesgo su integridad física, la de los presentes y provocando un caos circulatorio que duró escasos minutos, hasta que el operativo del Instituto Armado consiguió devolver el orden a las filas –dentro de las peculiaridades de este comercio transfronterizo–. El GRS organizó a las porteadoras para evitar nuevas avalanchas, colocándolas de una en una en la acera y devolviendo al resto al arenal. Una actuación que tampoco estuvo exenta de críticas, las cuales partieron de algunos de los presentes.
Dentro de los polígonos, el paso de mercancías funcionó con aparente calma pese a haber estado 15 días inactivo. Según las fuerzas de seguridad desplegadas, la afluencia de porteadores fue similar a las registradas antes del cierre que se ha prolongado del 26 de diciembre al 8 de enero.
En el puente del Biutz, los observadores pudieron comprobar cómo la Unidad de Intervención Policial del Cuerpo Nacional (UIP) y las autoridades marroquíes trabajaron codo con codo para dar fluidez al tránsito de bultos. Los aduaneros del país vecino controlaron la circulación de artículos empaquetados desde el acceso a los tornos del Biutz, en el lado español del paso.
Por otro lado, en los filtros policiales de acceso a los aledaños del paso de mercancías, los agentes de la UIP seguían ayer utilizando el criticado sistema de tickets para ordenar las filas –y cuyo usuario debe estar en posesión de su pasaporte marroquí–.
Retenciones, colas, colapsos… nada ha cambiado en la frontera y menos ayer, después de la recuperación del porteo tras el parón de las fiestas. El intento de salida de mercancía en la tarde noche de ayer fue complicada. Los porteadores, con bultos e incluso con piezas de vehículos, se agolparon a lo largo de la carretera, al no poder sacar dicha mercancía a Marruecos.
Y en esta locura tercermundista que define ya la frontera se produjeron nuevos intentos de carga de productos. Las mujeres intentaban acceder por la Puerta Norte en tropel al polígono del Tarajal para realizar otra carga o incluso para dormir y tener sitio para hoy. La Guardia Civil impidió el acceso y el tráfico se tornó en caótico intentando esquivar a las mujeres. Una situación que influye además en la normal comunicación entre ambos países.