Ya lo sabemos, aunque aún no seamos muy conscientes de ello. Nuestros tiempos y tributos están siendo enhebrados por la polarización. La de invierno a verano. La de la alienación política de izquierda a derecha. La de la democracia en occidente a la autocracia en oriente. La de los deteriorados lazos entre el bloque estadounidense y el chino en la contienda global. Y, todas ellas con cierto recrudecimiento a través de sus intentos por afincarse con nosotros.
Con un escenario repleto de vulnerabilidades económicas, el proyecto de ley presentado hace unas pocas semanas por la Comisión Europea, para una industria de cero emisiones de gases de efecto invernadero, constituye una gran zancada en la transición energética. Y aunque más vale tarde que nunca, y se desconoce si nos restaurará las estaciones intermedias entre verano e invierno, este proyecto encañona retener y atraer las inversiones en ocho sectores estratégicos como el solar, eólico, bombas de calor, baterías, etc. Dando más identidad a la UE en su política industrial y pretendiendo fabricar el 40% de nuestras tecnologías verdes, para depender más de nosotros mismos y menos de China o de Estados Unidos.
Sin embargo, hablando de identidad, qué recorrido político absorbe la cesión de nuestro Gobierno al acuerdo del PSOE y PNV de que en el País Vasco no se aplique el impuesto a las grandes fortunas, del que Unidas Podemos se ha jactado de haber conseguido solidariamente para todos. Claramente el recorrido de otro privilegio más en la confusa suma de la Coalición, frente al trayecto de una necesitada renovación política.
El análisis de Tamames, primero expresado en el Congreso y luego publicado en la red con el título “Por una España de todos: Nuestro mejor futuro”, transmite el aliento de esta necesidad, con la tenuidad de la no confrontación y por consiguiente de pactos para una sociedad descontenta con su clase política. Esta perspectiva no es otra que la del suspenso social de todos los líderes políticos, y también la perspectiva de un economista, figura histórica de la izquierda y otros recorridos ideológicos, además de pensador en activo.
Tenemos tiempos acalorados y de sacudidas, y necesitamos visibilidad. En este escenario, España se hace cargo de la presidencia de la Unión Europea durante seis meses a partir de julio, y Sánchez tendrá un mayor peso en el bloque europeo. En esta confluencia, alcanza relevancia su participación en el Foro Boao para Asia y su encuentro en Pekín con Xi Jinping dentro del marco del 50 aniversario de las relaciones diplomáticas entre España y China. Otra cuestión, es que Sánchez “conozca de primera mano” el plan de paz de Jinping y le persuada de que Ucrania tiene que establecer sus condiciones.
En la cumbre que Jinping ha tenido recientemente con su “hermano” Putin, su propuesta de paz carece de detalles e importancia en la declaración conjunta de ambos. Careciendo además Pekín de credibilidad internacional para mediar en el conflicto.
Aunque ambos hermanos tienen claro que no tienen en común alianza militar o política alguna, sí les empatiza estar alineados frente al orden mundial liderado por Occidente y la superioridad de Estados Unidos. Considerando esta situación, en su declaración conjunta, como un obstáculo para un mundo mejor y más justo. Pero como en algunas tramas históricas, un hermano, Rusia, se está convirtiendo cada vez más dependiente de China. Mientras que el otro, Pekín, se inspira en posibles concesiones; entre otras: tener presencia naval en la región rusa del Ártico, o que Moscú no proporcione equipamiento militar a la India.