Sus compañeros le consideran un auténtico “héroe”, aunque él dice que únicamente es un “policía que ha hecho su trabajo porque está obligado moralmente, y aunque no hubiese estado ejerciendo mi deber lo habría hecho igualmente”. Con estas palabras resume Alberto Torralbo la que se ha convertido en la intervención más dramática desde que fue destinado a nuestra ciudad hace tres años, y en la que arriesgó su vida para salvar la de una persona que a punto estuvo de morir ahogado en la playa del Chorrillo durante la noche de San Juan.
Su valiente acción no ha quedado en una simple intervención policial. La Jefatura de la Policía Nacional ha solicitado el Distintivo Civil con el que se reconoce este tipo de acciones, aunque el sindicato UFP también ha reclamado para este funcionario la Cruz al Mérito Policial con Distintivo Rojo, máximo reconocimiento que premia una “actuación sobresaliente en la que se ha jugado la vida”, apunta la secretaria general de la Unión Federal de Policía, Ana Moya.
Para Torralbo, y aunque este distintivo le pueda servir para impulsar su carrera policial, actualmente se prepara para subir en el escalafón del Cuerpo, insiste en que la mayor recompensa es el “apoyo recibido por mis compañeros. Me sentí muy arropado por todos, y en esta situación han demostrado que estamos todos a una. Lo que le pase a cualquiera de nosotros es como si le pasara a todos”.
De no ser por la rápida intervención de Torralbo y de su compañero, la noche de San Juan podría haber cobrado tintes más que dramáticos. El funcionario recuerda como fueron reclamados por una familia que alertó de la presencia de un hombre que se estaba ahogando en la playa del Chorrillo. Tras trasladarse al lugar de los hechos, los agentes comprobaron como a unos 50 metros de la orilla una persona hacía aspavientos pidiendo auxilio. “De reperten vi que se hundía y sólo me dio tiempo a quitarme el cinturón y a tirarme al agua hasta llegar a él”. Fueron momentos dramáticos, ya que al llegar hasta donde se encontraba el accidentado, Torralbo comprobó que la falta de visibilidad en el agua le impedía localizarle. “Me sumergí hasta en tres ocasiones porque no le encontraba, pero finalmente, y tanteando a ciegas, pude tocarle un brazo y subirlo a flote”. Ahí comenzó una auténtica odisea para este joven policía. “Cuando empezó a respirar le entró un ataque de pánico y me hundió con él”. Sólo la serenidad del funcionario permitió mantener a flote al accidentado que, pese a los grandes esfuerzos del agente, fue hundido hasta en dos ocasiones más hasta que llegó su compañero en su auxilio. “Entre los dos lo intentamos llevar a la orilla, pero estaba fuera de sí, no atendía a razones y nos agarraba, lo que hizo que nos hundiera nuevamente a los dos”.
El esfuerzo sobrehumano del funcionario se cobró finalmente tributo cuando Torralbo, apenas hacía pié, y cayó desplomado sobre el agua. “Ya no recuerdo más, perdí el conocimiento y entonces tragué mucha agua”. Otro de sus compañeros le arrastró hasta la orilla, donde tuvo que aplicarle los primeros auxilios hasta en tres ocasiones. “Fueron momentos muy duros, muchos minutos que me dejaron exhausto y la historia terminó bien porque mi compañero tiene conocimientos de primeros auxilios”.
Gracias a su estado físico, Torralbo puede contar esta historia, “la situación más extrema que he vivido”, pero desde UFP apuntan a la necesidad de ofrecer una formación más específica para los funcionarios. “No hay cursos en técnicas de rehabilitación o natación y los propios policías son los que se preocupan por actualizarse en estas materias”, apunta Moya.