La detención y posterior puesta en libertad, en la Operación Grapa, de un teniente coronel y un coronel, jefe del servicio de Abastecimiento de la Guardia Civil, por “supuestamente” amañar durante años contratos de suministros de ropa oficial para los guardias civiles, ha destapado no sólo una trama de corrupción dentro de la Benemérita, sino que ha dejado al descubierto lo peor de la codicia humana que lleva a anteponer su avaricia a la seguridad personal de sus subordinados. La trama en la que estos mandos participaban cuando llegó la crisis sanitaria a España, no se conformó con sacar “tajada” de cada prenda de la Guardia Civil, además husmeó y vio que también podía hacer negocio en la adquisición de mascarillas FFP2 para los integrantes del Cuerpo. Dos mandos que tenían en sus manos la vida de casi 75.000 agentes y que no dudaron en engordar sus cuentas corrientes aunque ello les costara la vida a guardias civiles.
Vidas truncadas como la del agente Francisco Javier Collado Rivas, que fallecía como consecuencia del Covid-19, después de reclamar verbalmente y por escrito dotaciones de mascarillas para los compañeros de su unidad por considerarlas imprescindibles para el traslado de presos, dotación que desgraciadamente para él llegó semanas tarde.
Es verdad que es difícil saber ahora si la petición que este guardia civil llevó a cabo no se pudo atender a tiempo porque los responsables de adquirirlas estaban buscando cuál de todas las empresas les iba a ofrecer un mejor beneficio, pero tanto a la familia de Collado como a las del resto de guardias civiles muertos por Covid-19, ahora les queda un dolor añadido al de la pérdida: saber si todo se hubiera podido evitar y no se hizo. Familias que se preguntarán en cuánto valoraban la vida de sus seres queridos estos dos mandos que decidieron, supuestamente, hacer negocio en medio de una crisis sanitaria sin precedentes no sólo en nuestro país, sino a nivel mundial.
Pero también se da otra duda razonable que se tendrá que aclarar: ¿quién o quiénes han sido los responsables de vigilar que no se cometieran estos delitos?, ¿quién permitió “por no vigilar” que durante años esta trama fuera creciendo hasta el punto de llegar a creerse tan protegida que se permitió poner en riesgo la vida de 75.000 personas?
Benemérita es el sobrenombre que recibe la Guardia Civil. Benemérita o benemérito, para aquellos que no lo saben, se aplica a todo aquel “Que merece premio, agradecimiento o estimación por sus servicios”. Esta es la razón por la que a la Guardia Civil también se le conoce con este sobrenombre y además, siempre escrito con mayúsculas, con el orgullo de saber que sus hombres y mujeres pertenecen a un Cuerpo que no duda en sacrificarse por el bien de sus conciudadanos. Por este motivo cada garbanzo negro que se encuentra entre los suyos es una mancha que duele del primero al último. Una mancha que emborrona los sacrificios realizados por los que visten el uniforme con el orgullo de saber que representan a una Institución escrita también con mayúsculas.
La aparición de estos dos garbanzos negros que se han lucrado durante años a costa del erario público es una mancha que será difícil de eliminar. Y aunque finalmente se borre, cada uno de los que forman parte de la Benemérita siempre sabrán que ha estado ahí. Recordarán las palabras que Francisco Javier Collado les dirigió días antes de fallecer: “Compañeros, buenas noches, una cosa, a ver si podemos mover el tema de mascarillas y material de protección por el coronavirus, además para todos, a Herrera viene gente china y de todos sitios y el trato es más cercano de lo habitual. No tenemos ni una guarra mascarilla. Si estás liado con el curro se lo pasó a David, somos personal de alto riesgo para cogerlo”.
Días después él mismo confirmaba que ya estaba contagiado; el 20 de marzo sus compañeros le decían adiós. Un adiós que los guardias civiles, los que más contagios han sufrido en la pandemia, han tenido que decir también a Pedro Alameda, José Antonio Redondo, Jesús Galloso, Manuel Matías Fernández, Fernando Santiago, Francisco Martínez, Francisco Castro y María Teresa Sánchez, presentes para siempre en la conciencia de los corruptos.
La corrupción: esos asuntos sucios que manchan la imagen de la Guardia Civil y que Asuntos Internos ha limpiado con la mayor de las eficacias.
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