La situación no es para nada buena en el ámbito de la inmigración. No lo es ni para la propia integridad de las personas que se están arrojando al mar ni para la tranquilidad de las fuerzas de seguridad españolas que no paran de hacerse cargo de los inmigrantes que, en goteo constante,
llegan a Ceuta a través de los espigones de Benzú y del Tarajal. El número total va a superar la cifra conocida a primera hora de esta mañana que elevaba a 120 los hombres, mujeres y niños llegados a nado o a bordo de embarcaciones. La gravedad se deriva de las imágenes registradas en vídeos que las fuerzas de seguridad consideran veraces, y que recogen salidas de inmigrantes a la desesperada de las costas vecinas. Se trata de jóvenes que se echan al mar, pero también de costas como la de Tánger, de donde parten subsaharianos y magrebíes a bordo de neumáticas y balsas playeras con tal de llegar a Ceuta o directamente a la Península. El mensaje que se hace llegar es el de que se puede salir, porque no hay vigilancia en el mar. Es la misma situación que se produjo en 2014 cuando
Mohamed VI se molestó al ser parado por guardias civiles de Ceuta a bordo de su embarcación. Aquello se tradujo en dos días consecutivos de salidas de embarcaciones. Ahora el enfado se extrapola al Frente Polisario y es el resultado de las advertencias hechas público, sin tapujos, de
la crisis evidente entre España y Marruecos por la acogida de Ghali. Están llegando nadadores desde las dos de la madrugada y continúan en goteo, poco a poco. Pero están saliendo más de las costas y muchos de ellos tienen como destino las costas peninsulares. Existe mucha preocupación por lo que está sucediendo y desde Ceuta y se ha comunicado todo al Gobierno de España. En la valla se han registrado algunos intentos de salto esporádicos que no se han traducido en nuevas entradas por esta vía.