La Fundación Museo del Mar, está iniciando desde hace un año viajes de exploración con una nueva entidad internacional denominada Ocean Census, de la que se ha comentado ya algunos proyectos llevados a cabo en fondos profundos en Tenerife, en anteriores colaboraciones. Sirva este primer artículo sobre el ártico para hablar de estos nuevos viajes de trabajo y aventuras por los mares del planeta de la mano del Museo del Mar con la que nos une una gran relación de amistad y colaboración fructífera en el conocimiento y divulgación de nuestro patrimonio natural y cultural.
Los viajes científicos son siempre una provocación interesante para el intelecto y el espíritu, y en esta ocasión he tenido la inmensa suerte de participar en un workshop de corales de profundidad del ártico con cuatro de mis jóvenes entusiastas científicos a mi cargo rumbo al Círculo polar, “ktub shemel” en la lengua árabe. Ciertamente, Tromso es una de las ciudades más norteñas de Noruega, y más frías también. No obstante su belleza anima a la salida de montaña o de mar y a contemplar boquiabierto el insólito y bellísimo espectáculo de las luces del norte. Todo es nuevo por aquellos lares, y la intensa, densa y gélida atmósfera no desmerece en absoluto la experiencia. Había salido de Ceuta con el corazón encogido por mi viejo perrito Agrom, compañero de tantas aventuras viajeras, y que parecía que se alejaba de mi para siempre, y emprendía su viaje hacia el sueño eterno. Pero gracias al buen hacer de mi veterinario Miguel Ángel Guirado salió adelante en esta ocasión; me fui tranquilo pues sabía que en manos de la cuidadora de mis perros, Helena, estaba en las mejores manos. Como duele el amor en la carne y la separación temporal, por todo aquello que tanto se quiere y estima; los sufrimientos espirituales por los que nos rodean son una prueba inestimable de nuestra profunda conexión trascendente con la naturaleza y los demás seres humanos.
Iniciamos este primer viaje con la intención de cubrir el segundo paso de la campaña ártica iniciada en mayo de 2024. A bordo del buque oceanográfico noruego Kron Prins Haakon, estuvo embarcado Alfredo Rosales, de la FMM de Ceuta, con un nutrido grupo de colegas dedicado a escudriñar las profundidades árticas durante un mes aproximadamente. Un poderoso ROV con capacidad para descender, captar imágenes y tomar muestras a miles de metros de profundidad era el principal instrumento de trabajo que daba cobertura a la parte fundamental de la campaña, esto es la realización de una colección de muestras biológicas para su clasificación y censado científico.