Toda actuación urbanística, toda obra que se haga en el entorno de la península de La Almina requiere un trabajo arqueológico antes de que las máquinas excavadoras puedan terminar su trabajo. Es una “vigilancia” por si existiera algún hallazgo que nos diera más pistas sobre cómo era y cómo se organizaba la sociedad ceutí de hace miles de años.
En las obras que la empresa municipal de aguas Acemsa está desarrollando en las calles Daoiz y Delgado Serrano, ejecutadas por el Grupo Tragsa, se han encontrado lo que podrían ser ‘huellas’ de cómo era la organización urbana de Ceuta a finales del siglo IX y mediados del X. A la espera de los resultados definitivos, los sondeos arqueológicos han encontrado un pozo, un silo, una olla completa de cerámica y los restos de aterrazamientos que se usaban para construir edificios y solventar las pendientes de la ciudad.
El director científico de la actuación, José Manuel Pérez Rivera, y la arqueóloga Cristina López son los responsables de esta “vigilancia arqueológica” -el término empleado por Pérez Rivera- antes de las obras de Acemsa, que buscan renovar la red de saneamiento y pluviales de estas calles.
“A nivel urbanístico e histórico [el hallazgo] es interesante porque nos permite acercarnos a cómo fue la ocupación urbana de Ceuta en estos momentos iniciales del mundo islámico”, detalla el director científico. Según explican los expertos, en esta parte del barrio del centro existía una cierta carencia de información arqueológica. Con estos hallazgos se podrá conocer, por ejemplo, cómo se almacenaba el grano y el agua en esta zona o cómo se hacían los edificios solventando las empinadas cuestas de la ciudad.
También cobra importancia la zona donde se han encontrado los restos arqueológicos. Según otras investigaciones paralelas, era un área de la ciudad que inicialmente se ocupó gracias a su cercanía al mar. “Era una de las zonas menos abruptas de Ceuta, que tiene una orografía muy compleja”, detalla Pérez Rivera, comentando que los hallazgos vienen también a confirmar lo concluido por otras investigaciones. Del mismo modo, la olla de cerámica podrá ser de enorme ayuda para datar con enorme precisión la fecha de construcción del pozo y de las terrazas. El tipo de cerámica usada, los colores o los restos de carbono podrán dar más pistas a los investigadores.
El trabajo de Pérez Rivera y de López consiste, por ahora, en fotografiar el terreno, preservar lo encontrado y tomar muestras del suelo.Esto es solo el comienzo, ya que ahora tocará trabajar en el laboratorio donde se podrá analizar las muestras encontradas y catalogar con muchísima precisión el momento en el que el pozo y las terrazas fueron usadas.
Como punto y final, toda esta intervención arqueológica se recopilará en un informe, se remitirá a la Consejería de Hacienda y se podrá hacer una publicación para dar a conocer a la comunidad científica y a los ceutíes en general.