Los argumentos que ha venido utilizando el delegado del Gobierno desde su nefasto discurso del patrón del Cuerpo Nacional de Policía alcanzaron bien pronto un desuso, pero, a pesar de ello, desde la representación de la Administración General del Estado en Ceuta, han seguido erre que erre con los mismos. No han sabido enviar más mensajes a la ciudadanía. Y es que encima los hados han jugado en su contra con un incremento fuera de lo normal de los casos de inseguridad reales.
Todas las líneas argumentases se han ido cayendo por su propio peso. A pesar de que se quiere continuar con las estadísticas y esos descensos establecidos, el propio portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados ha contado como no es posible comparar los resultados de 2015 con los de 2016. Apoyo en las estadísticas, mientras Ceuta se desangra con una situación de inseguridad que no he conocido en muchos años.
Otro de los argumentos favoritos del delegado ha sido que en la provincia de Tetuán se ha pasado en poco tiempo de 300.000 habitantes a mas de 1.000.000 y que ello ha provocado un incremento del número de ciudadanos que pueden entrar en Ceuta sin necesidad de visado por ser vecinos de esta provincia limítrofe. La culpa, desde luego, no es que los tetuaníes vengan a Ceuta a trabajar, a comprar o a divertirse, sino que España no ha sabido realizar sus deberes y a esa acción de un incremento de visitantes a todos los niveles no se ha sabido responder con una reacción de un mayor número de agentes. La culpa no es de que nos vengan, sino de que nosotros no sabemos recibir en condiciones.
Otro argumento favorito del delegado, las infraestructuras que se realizarán a lo largo de los próximos años como la reforma de la N-352 en sus dos fases o la propia conversión de la frontera en inteligente, además de contar con un nuevo edificio. Nos parece muy bien, pero para ello necesitamos soluciones al menos para que la vida en estos próximos tres o cuatro años sea más cómoda, hasta que contemos con las nuevas inversiones.
En definitiva, a los ciudadanos no se les puede convencer con artimañas propias de tiempos pasados, porque, al final, quien no es claro termina cayendo en sus propias trampas. Y los ciudadanos terminan concentrándose en un grado de asistencia que es un éxito en una ciudad como la nuestra.