El “deterioro progresivo” de sus calles les lleva a reiterar su queja vecinal y a reclamar la atención de la Ciudad.
Los vecinos de Arcos Quebrados se sienten “ciudadanos de tercera”. Están “desmoralizados” porque, pese a las reiteradas peticiones elevadas a la Ciudad, “nadie nos hace caso”. Solo el “deterioro progresivo” de sus calles les lleva a reiterar su queja ciudadana tras contactar con Acemsa, cuyos responsables hacen “todo lo posible”, pero, aún están a la espera de una solución definitiva. Los residentes en la zona confían en que las mejoras proyectadas en el Príncipe Alfonso no se limiten a la parte alta de la barriada y redunden también en sus calles.
Las “aguas fecales” que brotan y corren ladera abajo “desde hace un año” están “agrietando” la carretera y los vecinos temen que, cualquier día, “no podamos llegar a nuestras casas o se conviertan en una cárcel en la que quedemos recluídos”. Los habitantes de Arcos Quebrados encuentran semejanza a estas filtraciones con el “chapapote”, una “suciedad que atrae “insectos”. Las paredes están “empapadas” y los propios vecinos son quienes se afanan en contrarrestar esa “inmundicia”. Como solución, los vecinos proponen que investiguen dónde está el origen del agua que discurre por doquier.
Aunque agradeció la atención prestada por la empresa municipal de aguas, los residentes lamentaron que, pese a advertir de una “rotura” de la que surgía el “agua potable a borbotones”, su servicio “tardó una semana en llegar” y el remedio ha sido una “chapuza”. Razón por la cual sospechan que la “avería” puede reproducirse.
El vecindario, por desgracia, convive con ratas “que hacen correr hasta a los gatos”, en referencia a su tamaño. Unas alimañas que, aseguran, pueblan la zona junto a “algunas serpientes”. “Solo queremos dejar a nuestros hijos que puedan correr y no reprimirles en casa hasta ir de vez en cuando a la Marina o a San Amaro”, explicó uno de los residentes a este periódico.
Otro de los flancos abiertos en Arcos Quebrados se trata de la chatarra que desconocidos “arrojan” en esta zona de la barriada. El vecindario se pregunta cómo es posible que las autoridades “prefieran recoger esos desperdicios periódicamente, gastando más dinero, en vez de atajar el problema de raíz”.